La red de Coppola, el sucesor de Czysterpiller
Hay otra verdad que no aparece en los periódicos, no se desliza en las declaraciones públicas ni en los comunicados, pero que está ahí. La conocen todos aquellos, periodistas incluidos, que han girado en los últimos años en la órbita íntima de Maradona. Algunos, incluso, recuerdan el comienzo de la historia: sucedió hace ya seis años, cuando Guillermo Coppola, un ex empleado de banca, desplazó a Jorge Czysterpiller, aquel amigo de la infancia convertido luego en representante histórico de la última gran estrella futbolística.La red, sutil, envolvente, se anudó lentamente. Coppola, fanático del Boca Juniors, orientó a los jugadores de ese equipo en sus inversiones y ganó fama como representante a mediados de la década de los 70. Años más tarde administraba, de forma independiente, los bienes de casi todas las estrellas del fútbol argentino y se le reconocía, además, su condición de hombre de la noche. La prensa del corazón le vinculaba con las vedettes de moda. El círculo era ya vicioso. Ciertas desconocidas, para entrar en el mundo del espectáculo tenían que acercarse a él. A su vez, los jugadores, de fútbol le admiraban porque conseguían buena merca -buena mercancía, expresión con la que en el argot de Buenos Aires se refieren en determinados ambientes a las mujeres y la droga- y la pasaba. Sólo le faltaba, entonces, incluir en el círculo a Maradona.
Cuando lo consiguió, Coppola desmontó rápidamente la empresa que había armado Czysterpiller y despidió a todos los empleados del clan -fotógrafo personal, jefe de prensa, contable, administrativos, secretarias- para asumir personalmente la representación total. El contacto se hizo aún más estrecho con el tiempo y los buenos resultados económicos y deportivos que consiguieron juntos. Ahora, las energías de Maradona parecen haberse consumido. Es el principio del fin.
Maradona, desde hace ya 14 años, cuando debutó en el modesto Argentino Juniors, soporta la presión del público, de la prensa, de los dirigentes y de los que siempre esperan todo de él, incluso sus compañeros de la selección argentina, a los que llevó de la mano, en la última Copa del Mundo, que ganaron en México. El próximo 30 de octubre cumple 29 años y ha pensado en la retirada definitiva. El círculo se cierra y le ahoga. Necesita ayuda y no sabe ni a quién debe acudir en estos momentos ni cómo pedirla.
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