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Petrovic anuncia al Portland que no abandona el Madrid porque Mendoza le dejará libre en un año

Luis Gómez

El jugador Drazen Petrovic comunicó en la madrugada del martes a Brad Greenberg, director técnico del Portland Trail Blazers, que había decidido quedarse en el Real Madrid por esta temporada. Ante la sorpresa del directivo norteamericano, Petrovic justificó su decisión con dos argumentos: primero, que Mendoza le había prometido la libertad para la temporada 1990-1991, y segundo, que había recibido una llamada de la Embajada yugoslava en Madrid recriminándole su actitud. Portland acepta la decisión, pero recomienda al jugador que no retire la demanda interpuesta contra el Real Madrid.

Drazen Petrovic decidió el martes dar por concluido el caso, pero de una forma tan singular como había resultado ser todo el proceso precedente. Brad Greenberg, que sigue esperando infructuosamente que el Real Madrid le cite para una reunión, recibió una llamada el martes por la tarde de Vorgic, preparador físico yugoslavo que trabaja en el club y que, en algunas ocasiones, actúa como amigo personal de Petrovic. Vorgic citó a Greenberg para una reunión urgente, que debía celebrarse tras el entrenamiento vespertino del martes, y contaría con la presencia del jugador. En la reunión, Vorgic trató de explicar al directivo de Portland que Petrovic había recibido una llamada de la Embajada yugoslava recriminándole su actitud y argumentando que Petrovic estaba dando una mala imagen del deporte yugoslavo, que debía tener en cuenta que sus padres vivían en Zagreb y que con esas cosas había que tener cuidado. Greenberg se reconoció muy extrañado ante esta excusa y fue entonces cuando Petrovic utilizó un segundo argumento: que Mendoza le había prometido la libertad para cuando terminase la temporada próxima. Greenberg preguntó si ese ofrecimiento constaba en algún documento escrito, y Petrovic lo negó.

Posteriormente, se celebró una segunda reunión en el domicilio del jugador, ya a muy altas horas de la noche, pero esta vez sin la presencia de Vorgic. Petrovic insistió en que su decisión era definitiva, repitió la excusa de la embajada, y reconoció que la promesa de Mendoza figuraba en un documento escrito. "¿Pero ese documento está firmado por el Real Madrid?", preguntó Greenberg. "No", contestó Petrovic quien añadió que Mendoza se había portado con él "como un padre" y que se fiaba de su palabra. Greenberg recomendó al jugador que no retirase la demanda interpuesta en un Juzgado de Oregón, "si quieres tener alguna garantía de que el próximo año podrás actuar con libertad".

La decisión de Petrovic llegó 24 horas después de una acelerada reunión con Ramón Mendoza y cuando el Portland tenía el convencimiento de que el jugador sólo necesitaba de ciertas garantías para viajar a Oregón. En el transcurso de la conversación el director técnico del Portland tuvo noticias de que Petrovic había estado en tratos con un tercer abogado -el mismo que lleva la representación del yugoslavo Dino Radja, que acaba de fichar por los Celtics de Boston para que represente sus asuntos ante la NBA. De esa forma, Petrovic ha utilizado hasta cinco representantes en el mismo año y tres de ellos en el mismo asunto: su pase a la NBA. A pesar de la decisión de Petrovic, Greenberg ha decidido aplazar su estancia en Madrid por unos días para seguir la evolución del caso.

Caso de que Ramón Mendoza haya prometido la libertad a Petrovic para la temporada 1990-1991, el Madrid habrá rehusado hacer uso de las cláusulas de indemnización presentes en algunos de los contratos del jugador, por lo que dejaría de percibir medio millón de dólares (unos 60 millones de pesetas). Aun así, Mendoza ha negado reiteradamente que haya hecho promesa alguna a Petrovic para que éste permanezca en el club la temporada próxima. Directivos del club madridista consultados por este periódico desconocían ayer la decisión final de Petrovic. De hecho, Lolo Sainz se encuentra de vacaciones en Salou y regresará hoy a Madrid, coincidiendo con el entrenador, George Karl, y el nuevo fichaje americano, el alero Vincent Askew.

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