Espartaco II
Arrimarse mucho al toro para triunfar
Hoy, a las siete de la tarde, iniciará el paseíllo, en la plaza de toros de La Merced de Huelva, flanqueado por dos matadores. ya consagrados: Espartaco y El Litri. Espartaco será su padrino, quien le entregue la muleta, la espada y la montera. El Litri estará allí de testigo. Él vestirá de blanco y oro y detrás de la corbatilla negra llevará prendida una imagen de la Virgen del Rocío. Francisco José Ruiz, Espartaco II, toma la alternativa hoy como matador de toros de manos de su hermano mayor, Espartaco, en la misma plaza en la que ya lo hicieran este último, hace nueve años, y el padre de ambos. Tiene 21 años y una idea muy clara: "Delante de un toro no hay mas remedio que jugarse la vida. Es lo que te da el triunfo".
Ha tenido dos maestros: su padre, que no tuvo suerte como matador de toros y luego probó como banderillero, y su hermano. Sabe que las comparaciones con Espartaco van a ser casi permanentes, pero las asume con una naturalidad apabullante mientras cuenta excelencias de su predecesor. "Desde niño he visto capotes, pero ha sido el triunfo de mi hermano lo que me ha echao palante". "Me pueden llegar a comparar y llegar a su altura sé que va a ser difícil. Lo que hay que hacer es pegar 40 pases perfectos y una estocada por el hoyo de las agujas".
Sueña con triunfar en las plazas, con que el público le adore y cuando le vean por la calle diga la gente: "Mira, ahí va un torero". Admira de ellos el valor -"todo aquel que se pone delante del de la cara enrizada tiene mi admiración"y la vida de sacrificio y lucha que tienen que llevar para llegar a triunfar. "Este sacrificio no compensa por el dinero, sino por el orgullo de uno mismio", dice Espartaco II.
Como casi todos, no oculta el miedo que le invade en la plaza. "El miedo existe. Te sobrepones con el oficio, con el conocimiento del toro y con la concentración". Pero, también como todos, dice que "con el toro delante no piensas en la cornada. Siempre vas pensando en el triunfo".
Sonríe muy fácilmente y es entonces cuando más se parece a su hermano. Se le cierran casi los ojos mientras todo el rostro se le arruga en torno a ellos. En la Gran Vía madrileña, muy cerca de la sastrería donde, la semana pasada, se hizo la última prueba de ese traje de luces blanco y oro que hoy se vestirá, Espartaco II no se echa atrás fácilmente. "Que dos figuras como mi hermano y El Litri te den la alternativa es quizá una gran responsabilidad porque se arriman mucho al toro. Sé que va a ser difícil, pero intentaré quedar por encima de ellos".
El sábado pasado se despidió como novillero en la localidad cordobesa de Viso de los Pedroches, en la misma corrida en la que otro hermano, Manuel Jesús, de 17 años, debutó como picador. Pero será a partir de hoy cuando Espartaco II va a intentar que su vida cambie. Que los veranos sean duros por las contrataciones y que el invierno llegue con la placidez del descanso. Tiene intención, incluso, de retomar sus estudios abandonados en séptimo de Educación General Básica, y de continuar dedicándose aún más si cabe a los deportes que le gustan: la caza y el tenis. Pero todo ello con un único y quizá sublime objetivo: "Yo quiero llegar a ser un torero de salón".
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