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Los finolis

Vaya por delante que el arriba firmante está contra la estafa, la apropiación indebida, la falsedad, el fraude y las injurias a quien sea, medallas todas ellas que adornan la pechera de este contradictorio prócer que responde a las siglas de RM. Pero también vaya por delante que empieza a resultar asfixiante esa extraña ola de papanatismo bienpensante con que se visten el resto de los políticos del país. Ahora resulta que en sólo unos días hemos pasado de los garbanzos y el cachirulo a ser no sé cuántos millones de refinadísimos ciudadanos educados en las más puras esencias de la nursería británica. Proliferan en España una legión de blanqueadores de sepulcros a los que, con eso de Europa, les ha cogido el sofoco del nuevo rico y van por la vida haciendo ascos de los advenedizos. El Guerra habla de regaderas en un mitin y ya están ahí los sabios del puñal en la manga diciendo "¡Qué horror!" y "¡Qué poca cultura!". Luego resulta que 600.000 señores votan al RM y los mismos que hace días se subían a su estela exclaman: "¡Qué vergüenza.'", y sobre todo, "¡Qué dirá mamá Europa de nosotros!".Pues lo más probable es que mamá no diga nada. Porque esa ibérica costumbre del quedar bien sólo aparece en países acomplejados incapaces de reírse de sí mismos. Al fin y al cabo, RM es un señor que viste bien, que habla idiomas y que, mientras no se líe a tortazos con algún colega, no desmerecerá de otros eurodiputados dramáticamente peculiares. Ahí están esos neofascistas alemanes y franceses, que ésos sí son la vergüenza real de Europa. El síntoma de un rebaño que crece y no la oveja negra a la que la derecha española no pudo blanquear.

Tanto finolis espontáneo suena sospechoso. Intentan crear el marco de juego en los salones y olvidan que en la calle hay una cultura del mote y del espectáculo. Asumir que somos eso es la mejor manera de quedar bien. Lo demás es eurocursilería cogida con papel de fumar.

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