España ganó uno de sus peores partidos recientes
ENVIADO ESPECIAL
La selección remontó 23 puntos y reparó, al menos con el resultado, una de sus peores actuaciones de los últimos años. No se puede desestimar la rectificación de los numerosos errores que cometió el conjunto español y el derroche de fuerzas de sus jugadores, pero teniendo en cuenta la limitada categoría del rival el partido quedó resumido en la lucha de España por alcanzar su mínimo baremo exigible.
Lo que en un principio debió reducirse a una mera puesta a punto significativo se convirtió en una angustiosa prueba para el equipo de Díaz Miguel. Incluso antes de empezar el partido se vislumbró la tarde aciaga cuando Montero rompió un tablero en la rueda de calentamiento, el cuarto en lo que va de campeonato. Los árbitros cumplieron estrictamente el reglamento y castigaron con una falta técnica id banquillo español, en el que el seleccionador y los directivos empezaron a protestar. Lo que hubiera sido pura anécdota se convirtió en el aperitivo de un correctivo severo y sorprendente.
El resumen de la situación, ridículo en varias fases del partido, no precisa de complicadas explicaciones. España no supo atacar las zonas 1-3-1 y 1-2-2, en ocasiones, con las que se defendió su rival. Los aleros españoles no fallaban en el tiro, es que ni tan siquiera tenían opción a lanzar puesto que no encontraban el espacio para hacerlo. Los pivots cumplían sólo la peor parte de las previsiones, perdiendo rebotes que hacían sonrojar a quienes desde el banquillo o desde la grada intentaban animarles.
Bottse, el base, se convirtió en una obsesión, que precisó de un enorme sacrificio de todo el equipo español, que tuvo que multiplicarse para ayudar a Biriukov, Montero y Laso para frenarle. Lo peor es que cuando Rootselaam salió por Bottse, tampoco las cosas mejoraron demasiado.
Díaz Miguel realizó numerosos cambios, impuso durante un breve período una zona 3-2, pero tales soluciones fueron inútiles para rebajar el gran déficit acumulado en los primeros compases del partido.
Se llegó a acumular una desventaja de 23 puntos, 29-52, en los primeros compases del segundo tiempo. A partir de ese momento empezó a variar el rumbo del partido, con un espectacular parcial de 19-0 por España, que igualó el marcador a falta de 10 minutos para el final.
El cambio se basó en una transición vertiginosa y unos ataques en los que la selección apenas consumía 10 segundos en sorprender a su rival, lo que descomponía totalmente su defensa. Vecina se erigió en un jugador fundamental, decisivo para el desenlace del partido y capturó nueve rebotes, hizo un 100% de aciertos en el tiro y recuperó tres posesiones de balón. También Jiménez se mostró muy valioso y culminó varias jugadas cortando la zona, mientras que Epi recuperó su juego habitual en los momentos decisivos y Ferrán, pese a su exasperante torpeza en algunas acciones, acabó ganando la partida del inexperto Irind Dam y plantando cara a Quipers.
Los holandeses no supieron frenar el ritmo de juego y se encallaron en el marcador cuando España, limitando las ayudas en defensa para evitar el desorden del primer tiempo, decidió no ofrecer más regalos a sus tiradores.
El final del partido fue, no obstante, igualado porque la selección, al borde de la extenuación, no pudo consolidar ventajas de hasta seis puntos. Ferrán, con una canasta a ocho segundos del final, y De Waald, con un triple cerrado en el último segundo, acabaron dejando la mínima y apurada victoria de España, en el marcador.
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