Juntos a pesar de todo
Basta citar la lista de los 13 miembros del club para que salten a la vista las enormes diferencias que existen entre ellos: Venezuela, Ecuador, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Irán, Irak, Libia, Nigeria, Argelia, Indonesia y Gabón.Hay africanos, árabes, asiáticos y latinoamericanos. Hay gigantes demográficos (Nigeria, con más de 90 millones de habitantes) y países minúsculos (Qatar, con menos de 300.000 habitantes). Hay regímenes políticos de todo tipo: desde el integrismo islámico de Irán a la democracia parlamentaria de Venezuela, pasando por monarquías más bien tribales como la saudita y por sistemas socialistas como el argelino.
Y, sin embargo, la OPEP lo ha resistido todo desde que en 1960 se fundó bajo los auspicios de un venezolano, Juan Pablo Pérez Alfonzo, y de un saudita, Abdalá Tariki. Resistió el desdén con que fue inicialmente acogida por las potencias industriales. También superó el descrédito que esas mismas potencias vertieron sobre ella tras la crisis de precios y desabastecimiento de 1973, que fue causada en último término por las multinacionales petroleras (cuyo beneficio marginal se disparó) y por la política estadounidense, que estimuló el encarecimiento para debilitar a sus grandes rivales europeos y a Japón, dependientes totalmente del petróleo importado mientras los pozos de Texas se hacían más y más rentables. La OPEP encajó incluso una larga y sangrienta guerra entre dos de sus miembros, Irán e Irak.
Pero la aparentemente indestructible OPEP ha pagado muy caras todas estas pruebas. Entre el alza de precios de 1973 y la caída de 1986, los llamados productores NOPEP se hicieron un sitio en el mercado. Y terminaron por arrinconar a la OPEP. Datos de la Agencia Internacional de la Energía señalan que, de los 50,5 millones de barriles de petróleo producidos diariamente durante el primer trimestre de este año (sin contar los países comunistas), sólo 19,9 han correspondido a la OPEP. La propia OCDE, el club de los 24 países ricos, casi ha igualado la producción de los antiguamente exclusivos exportadores, extrayendo 16,3 millones de barriles diarios, fundamentalmente en Estados Unidos y en las plataformas anglo-noruegas del mar del Norte.
El reto de la OPEP es ahora recuperar, en lo posible, la cuota de mercado de que disfrutaba antes de que comenzara la guerra de precios, de la que la organización fue finalmente la mayor perjudicada. Y debe ganar mercado aprisa porque le queda poco tiempo de vida. No más de 10 ó 15 años. Hacia 1999 a Argelia, Gabón, Qatar y Ecuador se les habrán acabado sus reservas.
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