El sucio tinglado de la penitenciaría
Brubaker es la película que un actor consagrado y reconsagrado corno Robert Redford no debería jamás, ni por dinero, aceptar interpretar. Un filme mediocre Brubaker pretende ser crítica con la sociedad norteamericana, con un poder que permite las mayores corrupciones en las penitenciarías, como éstas de la granja-prisión de Cummins, en Arkansas que, aunque estén en la película aderezadas con una bella capa da ficción, pertenecen a un hecho real, un hecho ocurrido en 1968 y que tuvo por protagonista a un íntegro alcaide que descubrió una dantesca realidad: más de 200 reclusos muertos en misteriosas circunstancias. El caso dio para mucha carnaza cinematográfica.Redford da la talla del americano liberal y honesto, y la película posee corrección pero está exenta de interés; es plana como Jane Birkin y bienintencionada como el padre Flannagan.
Brubaker se emite a las 22.20 por TVE-1
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