Turbantes y sotanas
Desde el día en que estalló el escándalo Rushdie, hace casi un mes, asusta casi abrir los papeles y constatar que poco a poco el integrismo de turbante o sotana va creciendo como una mancha de aceite.Así pues, a la multinacional vaticana, aprovechando el río revuelto, le ha faltado tiempo para desempolvar las capuchas de fray Torquemada y subirse al carro del ayatolá Jomeini, acusando a la humanidad de blasfema y olvidándose de aquello del amor divino, quizá por considerarlo excesivamente light.
íTiemble la feligresía, y también los que vamos de voyeurs por estos rriundos! ¡Ni el pobre Dante podrá ya descansar tranquilamenteen su tumba!
Y por si acaso, la Iglesia, que ahora, y a Dios gracias, ya no asesina a infieles y apóstatas, se nos está armando con artillería pesada, consagrando en Austria a un obispo del Opus Deí, porque cuantos, más aytolás tenga
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Roma, más íntegra y pura será la fe y más sólido el negocio.
¡Qué triste retroceso!-