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El Atlético de Madrid ridiculizó al Barcelona

Alex Martínez Roig

El Atlético vivió ayer una de esas noches mágicas que tan escasas son en el Calderón. Hubo oportunidades a docenas, goles, emoción y alegría. Fue una gran fiesta. Y el animador no era otro que Johan Cruyff. El entrenador del Barcelona, que debía de tener un día especialmente espeso, cometió tantos despropósitos que el Atlético sólo tuvo que jugar con seriedad y orden para golear. Los entrenadores aspiran a ganar los partidos desde el banquillo. Pero Cruyff hizo tantas genialidades que sumió a su equipo en el caos más completo. No fue culpa de los jugadores azulgrana el desastre, aunque no estuvieron acertados. Más bien quedó la sensación de que Cruyff es como esas personas que hablan muy bien y parecen muy listas y que, con el tiempo, se descubre que no lo son tanto.Porque el Atlético, cuyos jugadores presionaron constantemente y acertaron apostando por el contraataque, sólo aprovechó los errores del Barcelona. Y fueron tantos que el 4-0, un resultado que el Barça no encajaba lejos del Camp Nou desde hace 10 años, supo a poco. Su caos era patético. De salida, Cruyff cambió su sistema, 3-4-3, por un 4-4-2. Si todose quedase en los números, hasta parecería sensato. Pero los dos puntas eran delanteros centros, Salinas y Lineker, jugando de extremos pegaditos a la banda. Lineker, por la derecha, y Salinas, por la izquierda, eran marcados por laterales más rápidos. En el banquillo, mientras, había tres extremos: Valverde, Carrasco y Beguiristáin. Más despropósitos: Cruyff colocó en la banda izquierda a Julio Alberto, en la defensa, y a Soler, en el centro del campo El primero no tenía, a quien marcar, porque Manolo se retrasó, y se dedicó a enviar balones al contrario. Además, Serna, un central, marcaba a Futre, el más rápido del Atlético.El caos azulgrana fue aumentando. Y el Atlético hacía su trabajo. Donato, sensacional, marcó muy pronto y las escapadas de Futre, Orejuela y Baltazar se sucedían con la facilidad con que se chasquean los dedos. La situación azulgrana comenzó a ser cómica cuando se lesionó Alexanco. Cruyff le sustituyó por Carrasco, un extremo, al que situó de centrocampista, y colocó a la derecha a Soler, un zurdo, sobre Futre Nadie entendía nada, ni los jugadores del Barcelona, que hacían cónclaves para tratar de descubrir de qué jugaban.

Los del Atlético debían de frotarse las manos mentalmente. ¡Qué gran noche! ¡Qué gran amigo este Cruyff ¡Así da gusto jugar! Lineker y Salinas, amarrados a las bandas como si estuviesen en un barco en plena tempestad, veían impotentes como Donato, Marina, Manolo y Orejuela cortaban balones para lanzar a Baltazar o a Futre, que tuvo que irse con un tirón. El Atlético se limitó a cumplir con disciplina su presión para robar balones continuamente. Parecía como si un rojiblanco se acercase a un azulgrana, le gritase ¡uuuuhhhh! y el susto fuese suficiente para arrebatarle la pelota.

La segunda mitad aún fue mejor. Cruyff colocó a Carrasco como centrocampista, por la derecha. Llegó el 2-0 en un penalti, con el que Julio Alberto trató de arreglar un error previo. Cruyff le sustituyó poco después y situó a Beguiristáin como extremo zurdo, a Soler como lateral izquierdo y a Lineker como delantero centro. Llegó el 3-0. Cruyff colocó a Salinas junto a Lineker en el centro del ataque, situó a Carrasco como extremo derecho y la defensa se quedó tan vacía que Zubizarreta parecía jugar más de central marcador que de portero-libero. Y llegó el 4-0 en un nuevo fallo defensivo. No se produjeron más goles porque Baltazar, Carlos y Futre fallaron ocasiones clarísimas en una algarabía de contraataques.

Cruyff era sensacional como jugador, inventaba genialidades en cada partido. Pero ahora, como entrenador, también quiere ser genial todos los días. Y el fútbol hace muchos años que se ha inventado.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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