El cántabro ya es tercero, tras Treviño y Faldo
ENVIADO ESPECIALEl estadounidense Lee Treviño y el inglés Nick Faldo, que ayer fue el líder durante la mayoría de los 18 hoyos. comparten la cabeza del Masters de Ausgusta con 141 golpes (tres bajo par) después de que cerrarsen el segundo recorrido con 74 y 73, respectivamente. Severiano Ballesteros, con 143 (71 y 72), está igualado en el tercer puesto con los norteamericanos Ken Green, el mejor ayer (69), Mike Reid, Ben Crenshaw y Scott Hoch. José María Olazábal consiguió pasar el corte, con 150 (77 y 73). Pero el campeón de la pasada edición, el escocés Sandy Lyle, fue eliminado.
Ballesteros tiembla ante la sola posibilidad de que algo perturbe su concentración cuando disputa un torneo como el Masters. En la madrugada pasada, a las seis, se despertó sobresaltado al sonar el teléfono de su residencia. Una emisora de radio española quería comunicarle la buena nueva de que le había sido concedido el premio Príncipe de Asturias. Halagado y satisfecho por la distinción, trató de evadirse, no obstante, una vez más. Para él, en estos momentos, lo más importante es que la pelota ruede a su favor en Augusta. Y ayer lo hizo hasta llegar a su viejo enemigo, el hoyo 15, un par 5 cuyo green tiene agua por delante y por detrás. Ahí falló dos puts cortísimos, lo que le costó un doble boggey. En el 16, descentrado, añadió otro boggey al que llevaba desde el 6. Menos mal que taambién tenía acumulados cuatro birdies.
Olazábal se sentía más fuerte. Su gripe había remitido tanto como para considerarse capaz de jugar bien a pesar del frío viento matinal -amainó algo por la tarde- Tan sólo le faltó un poco de acierto con el putter para rebajar el par del campo. En realidad, su único error se produjo en el 16, en el que no dirigió la pelota hacia el sitio pretendido y terminó cometiendo un doble boggey. Con cinco birdies y tres boggeys, pudo llegar, por fin, al tercer día del Masters.
Lyle corrió la misma mala suerte que Ballesteros en 1981 y 1984 y fue eliminado. Su rostro era todo un poema, como el de zimbabuense Mark McNulty. Mientras que el comité antiapartheid de Rochester (Nueva York) aboga por su exclusión del próximo Open de Estados Unidos por catalogarle como un surafricano más, en Augusta se autoexcluyó por sus desatinos.
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