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La soledad de Raisa

Antonio Caño

A. C. Sin nadie con quien competir en elegancia, belleza y simpatía, la primera dama soviética, Raisa Gorbachova, recorre La Habana sin despertar el interés que atrajo en sus anteriores viajes al extranjero. Separado desde hace años, Fidel Castro no ha podido ofrecer a su invitada soviética más compañía femenina que la esposa de su hermano Raúl, Vilma Espín, única mujer miembro del politburó del Partido Comunista en Cuba.

Siempre con su traje de chaqueta azul, Raisa recorrió el lunes algunos centros de salud y una guardería, donde fue incapaz de alzar en brazos a una mulata regordeta que le envió recuerdos para su esposo Mijail. Con evidentes muestras de sentir el calor tropical en su rostro, Raisa acompañó en segundo plano al líder soviético en los actos protocolarios.

El mejor momento del día para la dama de la perestroika fue la recepción nocturna ofrecida por Fidel Castro, en la que tuvo ocasión de conversar largamente con el escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien llegó hace unos días a La Habana para estar presente en este momento histórico de la vida de Cuba. Raisa le confesó al premio Nobel de Literatura su admiración y le comunicó que su obra es muy conocida en la Unión Soviética. Hablaron de literatura en general y de los escritores latinoamericanos en particular, en una conversación en la que Raisa dejó patente su interés por el tema.

La presencia de Raisa en Cuba ha revivido las especulaciones sobre la vida sentimental de Fidel Castro. La vida privada del líder de la revolución cubana es el secreto más celosamente guardado por las autoridades de este país. Cuando hace tiempo se le preguntó por el tema, Castro se limitó a responder que, "como hombre" se sentía satisfecho. Se le conoce su amor eterno por Celia Sánchez, cuyos restos están respetuosamente guardados en el Parque Lenin y cuya memoria está protegida aquí como uno de los símbolos intocables de la mujer cubana y revolucionaría. Fue, dicen, su único y verdadero amor.

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