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Ateos

En el día del juicio final, Jehová Dios, Alá, en fin, el Ser Supremo: mirará con benevolencia a los ateos. "¡Vaya pifia!", habrán dicho éstos previamente. El Ser Supremo los recibirá en silencio, enojado el semblante. Fruncirá aún más su ceño y, divertido ante su consternación, soltará una alegre carcajada, los mirará con benevolencia y les ofrecerá un lugar en su reino. Y dirá el Señor:"No puedo elogiar vuestra perspicacia, pero sí el exquisito respeto con que me habéis tratado, pues nunca me habéis atribuido vuestros mediocres vicios ni vuestras pequeñas virtudes. No me habéis utilizado como garante de vuestras opiniones ni como subrayado de vuestros escritos. Antes bien, de vuestras bocas han salido las palabras sin ropajes tan augustos como ajenos, modestas y desnudas, y a veces ateridas. Como acróbatas heroicos o desesperados, habéis actuado sin red, esforzándoos por cambiar el mundo sin ninguna recompensa ultraterrena. Habéis ido a la muerte solidarizándoos con vuestros semejantes o en defensa de vuestras vacilantes ideas pensando que os íbais a morir del todo".

"Cierto es que no me habéis amado, pero tampoco me habéis obedecido por temor o cálculo. Y puedo perdonar vuestra aparente indiferencia porque nunca me habéis importunado con oraciones rutinarias ni peticiones mezquinas. Habéis pensado alguna vez que quizá Yo sí existía y era de derechas, pero habéis rechazado ese temor, siempre respetuosos. Y reconozco la delicadeza que me habéis negativamente atribuido al pensar que si tanto mal había en el mundo era porque Yo no existía".

"Sé que habéis sufrido persecución por vuestro error sincero. Mis fieles han creído apartar el mal de entre ellos atribuyéndooslo a vosotros. Y han confundido vuestra incapacidad para reconocerme con la falta de principios. En verdad os digo a todos que nadie ha escarbado tanto en su mente y en su corazón en busca de principios como los ateos".

Y dicho esto, ofrecerá, amable, su morada eterna a los ateos.

Una cosa así escribiría, si yo fuera creyente.

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