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Las presiones familiares precipitan la dimisión de Maguregui como entrenador del Atlético

La eliminación del Atlético de Madrid en la primera ronda de la Copa de la UEFA aceleró las presiones, deportivas y principalmente familiares, que forzaron la dimisión de su entrenador, José María Maguregui. El presidente, Jesús Gil, que confirmó el miércoles al técnico, aceptó ayer su dimisión y no descarta el fichaje de uno extranjero, preferentemente británico. Gil dijo: "Nadie puede dudar de que he defendido a un preparador honrado como Magu hasta el final". Futre, enfrentado a Maguregui, no acudió ayer al entrenamiento, y Briones, el segundo, se hace cargo hoy del equipo.

Gil regresó ayer a Marbella para proseguír su cura de adelgazamiento y confesó que no había podido dormir dándole vueltas a la situación del Atlético. El presidente dialogó con la plantilla nada más acabar el choque contra los holandeses, pidió a todos "moderación en las declaraciones a los buitres de la Prensa" y confirmó inicialmente a Maguregui "porque el equipo luchó hasta el final".Sin embargo, Gil no pudo evitar con el paso de las horas sustraerse aun análisis más frío de la situación. En una reunión posterior -hasta las tres de la madrugada- con sus directívos y empleados más allegados e incluso algún familiar suyo, las presiones contra Maguregui hicieron que dudase. Incluso dudó de algunos de los fichajes y meditó en voz alta que al equipo le falta un líder "dentro y fuera del campo", lo que suponía por primera vez la no concesión a su estrella, Paulo Futre, de la consideración de líder carismático.

Futre no quiso acudir ayer al entrenamiento del Calderón -la habitual sesión de baño y masaje posterior a los partidos- y tampoco realizó declaraciones. Ambas decisiones se argumentaron en su domicilio con la justificación de que "Paulo se ha encerrado en su habitación porque está destrozado". El portugués sí confesó a algún allegado su profundo malestar por la crisis del equipo y confirmó su abierto enfrentamiento con Maguregui y, en definitiva, su descontento. Futre quiere irse y no encuentra la fórmula para ello ni el club el intermediario adecuado para realizar la operación. Incluso en el propio vestuario hay compañeros que piensan que, si pudiera, "Futre se iría ahora mismo".

Por si las diferencias con Futre y gran parte de la plantilla -que nunca creyó en el entrenador- no fuesen suficientes, en el entorno familiar de Maguregui las presiones para que arrojase la toalla resultaron decisivas. Tanto, que no aceptará ni quedarse en el club como adjunto técnico. Así, Maguregui se reunió en la tarde de ayer con Roberto Dale, intermediario y personaje clave como mano derecha de Gil en materia de fichajes -la negativa política de fichajes ha sido una de las razones principales de la crisis del equipo, según opinión generalizada dentro del club-, y todos acabaron convenciendo al presidente de que no se podía sostener la situación. "Lo lógico y normal era dimitir ahora", expuso Maguregui a Efe.

Gil trata ahora de agilizar el relevo en el banquillo con algún entrenador extranjero, preferentemente británico. La pasada semana, un socio del presidente en sus negocios de Marbella sondeó la posibilidad de Terry Venables, el ex técnico del Barcelona, pero éste contestó negativamente a la oferta, según Graham Turner. Gil ha confesado que necesita uno con carácter fuerte y que se convierta en un reactivo para el equipo. "Me han hablado de varios", dijo ayer y confirmó que en su lista figura Ron Atkinson, el del West Bronwich Albion, entre otros, como el yugoslavo Miljan Miljanic. Incluso sondeó a Martin Koeman, manager del Groningen y entrenador titulado, con lo que Gil trataba de asegurarse también un trato preferencial en la carrera -Real Madrid, Juventus, Barcelona y Atlético-, por el fichaje de su hijo, Ronald, el libre de la selección holandesa y la estrella del Eindhoven.

Vistas para sentencia

Por lo demás, la crisis del club se trasladó ayer también a los juzgados. En Magistratura se vieron las demandas presentadas contra el Atlético por los jugadores Setién, Quique y Landáburu por despido nulo. Mientras en algunos casos -Landáburu- se solicita la readmisión a su puesto de trabajo, en otros se piden indemnizaciones que superan incluso los 120 millones - Setién- por daños y perjuicios.

Los abogados del club argumentan, en los casos de Quique y Setién, que no han sido despedidos porque fueron inscritos para la Copa de la UEFA, mientras que en el ¡le Landáburu sostienen que la cláusula firmada en el contrato de renovación automática por un año, si actuaba en 25 partidos -jugó 42-, no es válida.

Al final, según Efe, hubo ataques verbales de José Luis Sierra, abogado de Gil, a Fernando Espinosa, letrado de los jugadores: "Yo no hablo con personas que no tienen educación. Quien se pasa el día dando lecciones por la radio a los compañeros no tiene tiempo de estudiar". Las causas quedaron vistas para sentencia.

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