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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una derecha poco diestra

AÑO Y MEDIO después del ensayo de renovación intentado con la entronización del joven Mancha, y a menos de dos años vista de las próximas elecciones generales, Alianza Popular (AP) no sólo no ha producido la alternativa capaz de derrotar a los socialdemócratas, sino,que ni siquiera ha creado una oposición identificable por sus eventuales electores. Lo único que AP produce un día sí y otro también son dimes y diretes sobre su borrascosa vida familiar.En los países con tradición democrática, la derecha conservadora busca su diferenciación respecto a sus rivales en valores como la destreza en la gestión, la prudencia en la política exterior o el escrupuloso respeto a los principios del derecho. Aquí noies que la derecha no critique a la izquierda gobernante, pero esas críticas no son de tal naturaleza que produzcan la impresión de constituir el núcleo de una oposición en la que apoyar un proyecto alternativo. A falta de éste, se descubre periódicamente el Mediterráneo: centrar el mensaje, ideología liberal, regionalismos de nuevo cuño, alianza de todas las fuerzas antisocialistas. 0 bien, atendiendo a otro tipo de corazonadas: rejuvenecer el partido, o que vuelva Fraga, o que se vaya del todo. Sin embargo, todavía no se ha inventado un atajo capaz de evitar una secuencia que, partiendo de la acreditación de una oposición asentada en la crítica a la gestión del Gobierno, produzca un proyecto político lo suficientemente definido como para ser capaz de.arrastrar a eventuales aliados, regionalistas o no.Las críticas de AP al Gobierno socialista han tendido casi siempre a precipitarse en el abismo de lo hiperbólico, lo que las ha hecho casi inocuas. Que el único comentario sobre el nuevo Gobierno que se le ocurra al portavoz aliancista Juan Ramón Calero consista en señalar que la presencia de gentes como Semprún, Múgica o Solana significa el ascenso de un núcleo de marxistas puros (oí duros) empeñados en cambiar de modelo de sociedad revela un despiste que roza la simple incultura. Por no haber, ni siquiera hay referencias exterio res claras. El vicepresidente del partido, Alberto Ruiz Gallardón, acudió a la convención del Partido Demócrata, en Atlanta, y ahora el secretario general, Álva ro García Tizón, va a la del Partido Republicano, en Nueva Orleans. Tanta amplitud de ideas más bien revela lo escasamente fundado de las mismas. Pero, hace un año y medio, los problemas de la vieja Coalición Popular se explicaban como efecto del temor su persticioso a reconocer que su identidad era de dere chas. Por su parte, el crítico Aznar dice sin decir que aspira a sustituir al actual secretario general, pero tiene dificultades a la hora de señalar, más allá de talan tes y estilos oratorios, en qué se diferenciaría su propio proyecto. La idea de nuclear a todo el centro derecha en torno al partido no parece, por sí misma, motivo de discrepancia con los manchistas.Lo dicho no significa que no exista un problema específico de liderazgo. Pero sí que ese problema dificilmente se resolverá, cualquiera que sea el reglamento del congreso de enero, si no hay un acuerdo previo sobre el proyecto político a forjar desde la oposición. Y para ello hay que trabajar más. Porque los socialistas, cuando estaban en la oposición, eran todo lo inexpertos que se quiera, pero trabajaban más. La derecha renovada, o renovable, actual tiene más euforia que destreza, y trabaja poco.

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