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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Familias

Ignoro la suerte que habrán corrido mis últimas cartas a usted, aunque me figuro que no habrán sido objeto de inserción alguna en su periódico, cosa que me deja, le aseguro, indiferente, por toda clase de razones, y muy al tanto, ya, de la idea que usted se hace y practica de la libertad de expresión en la Prensa, y que consiste en solamente publicar lo que a uno le viene bien.. Por otra parte, una prolongada ausencia en la Polinesia francesa (para allí visitar la tumba de mi primo, el pintor Paul Gauguin) me ha desconectado lo suyo, y tampoco lo siento, de la siempre pesante actualidad española, en la que vuelve a sumergirse la hazaña, típicamente nuestra, del ciclista Pedro Delgado, ganando tramposamente, entre el fervor de sus compatriotas, el Tour de Francia. Es tal la manera de ser de nuestro pueblo, que si llega a triunfar limpiamente hubiese sido mucho menor el entusiasmo de la gente española. ¡Y todas esas sonrojantes sandeces y acerca de una conspiración francesa contra España! ¡Qué pena, y sobre todo qué vergüenza, y ojalá ustedes, en EL PAÍS, hayan hecho algo, que eso sí es posible, por subrayarlo.

Pero no es de eso de lo que pretendía hoy hablarle, sino de algo bastante más atrasado, porque mi salida de viaje hacia las islas Marquesas, rápidamente decidido, me impidió a su tiempo comentárselo y es, aún, de la boda del duque de Huéscar, en lo que toca al punto concreto, obra de ustedes, de identificar a su mujer, entonces novia, como "hija de un banquero". Es como si al hablar de la hija, por ejemplo de Franco, hubiesen ustedes puesto hija de un militar. Es un poco lo mismo. Y no es que no lo sea, pero es que resulta altamente cómico que esa señalización recaiga en la hija de quien es infinidad de otras cosas más importantes y caracterizadoras, entre ellas la de ser conocido en todo Andalucía como el niño de oro.

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En cuanto al apellido, hoy primero, de Huéscar, ante el cual ustedes dan la impresión de pasmarse (y cuya descolocación o adelantamiento a mí me parece normal, dado que Huéscar es un segundón entre los Irujo, y el Fitz-James, si no en España, queda extinguido antes o después) le señalo, para su amenización erudita, que el gran SaintSimon (el pequeño duque, el mejor escritor de Francia de todos los tiempos) lo califica, en sus Memorias, de "nombre vergonzoso", así, nada menos, por lo que es fácil imaginar lo que se hubiera malévolamente regocijado con el papanatismo ibérico. Y es que tampoco es muy presentable la trayectoria del ducado de Berwick, tierra británica, y título británico suprimido, lo que no ha inhibido a España para apropiárselo, catalogándolo grotescamente español, y aviniéndose a que, no obstante su origen sálico, cambie de familias.-

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