José Antonio Alonso
Un idealista en el juzgado de Santoña
Asegura sin titubeos no creer en las vocaciones y explica que si finalmente se inclinó por la judicatura fue a causa de una "coyuntura histórica", aunque no quisiera ser pedante. "Me pareció que por mi parte lo más ético era participar un poco en el desarrollo democrático de este país en la medida de mis posibilidades. Y esta carrera me pareció un buen sitio para intentar alcanzar tales ideales".No pertenece a ninguna asociación profesional, aunque se manifesta cercano a los planteamientos de Jueces para la Democracia. El ejercicio de la carrera durante tres años y medio, primero en Torrelavega, luego en Pamplona y desde hace 20 meses en Santoña, lo considera muy corto todavía para hablar ya de frustraciones. "De todas formas, la titularidad de un juzgado de instrucción como éste asegura casi un contacto permanente con muchas miserias inherentes a la condición humana".
En los últimos 20 meses ha tenido que entrar y salir muchas veces del penal de El Dueso para tomar declaraciones o levantar cadáveres. La última, el pasado miércoles, cuando apareció ahorcado en su celda Rafael Escobedo. Al refugiarse luego en su despacho de Santoña siempre le sacude la misma tristeza. "El Dueso es un modelo de penitenciaría ya desfasado por la configuración de sus instalaciones. Hoy se buscan centros modulares que permitan a los reclusos conocerse mejor y organizar la convivencia más plenamente. El hecho de que desde sus celdas puedan aquí contemplar el cielo, avistar el mar, las playas y las montañas hace al interno sentirse tal vez más desgraciado".
Se muestra rotundo al declarar que Ias cárceles tal y como están concebidas hoy no sirven para nada porque no garantizan la dignidad humana y tampoco las posibilidades de reinserción social. La precaria infraestructura material impide el alcance de tales objetivos. Yo creo que, en el fondo, todos somos culpables de que esto sea así".
Tiene dos grandes pasiones: los cuentos de Julio Cortázar y la física relativista. Muy a pesar suyo, José Antonio Alonso, que busca en vano la tranquilidad, se ha encontrado de sopetón y sin esperarlo con el desenlace Escobedo, que califica como un suceso que sería absolutamente vulgar de no estar rodeado de una curiosidad pública tan densa como morbosa. "¿Que por qué se suicidan tan frecuentemente los presos? Pues precisamente por eso, por estarlo".
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