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Reportaje:

Un tesoro de pesadillas

Los marineros que rescataron un barco fantasma culpan a la Administración de su hundimiento

Xosé Hermida

No saben aún si fue un sueño o una pesadilla. Después de hacerse a la idea de que su vida podía cambiar radicalmente, algunos de los 29 marineros gallegos que remolcaron durante 18 días la popa del petrolero chipriota Athenian Venture tendrán que permanecer varias semanas en el paro. Atrás queda "una sensación de impotencia imposible de definir con palabras" y la espeluznante imagen de siete cadáveres calcinados sobre la cubierta de un barco fantasma hallado a la deriva en alta mar.

Los 29 marineros del Cosmos y el Keny, con base en el puerto coruñés de Santa Eugenia de Riveira, faenaban el 30 de mayo en las proximidades de Canadá, a la pesca del pez espada. Sus radios captaron un mensaje de otro barco que decía avistar un extraño objeto flotante. Movidos por la curiosidad, decidieron ir al lugar señalado en el mensaje y allí avistaron la inmensa popa del petrolero chipriota Athenian Venture, partido en dos unos días antes por causas todavía desconocidas. Cuatro marineros del Keny echaron una balsa al mar y con la ayuda de los capotazos de las olas lograron engancharse a una barandilla y subir a cubierta. "Olía mal, muy mal, y por todas partes no había más que hierros retorcidos", relata uno de los testigos. Entre aquel amasijo encontraron también siete cadáveres completamente calcinados y en avanzado estado de descomposición. De lo que se supone que era el telegrafista tan sólo quedaban los huesos.Los marineros aseguran que el afán de lucro no fue el motivo principal por el que decidieron remolcar la popa. "Aquel objeto flotante, sin ningún tipo de luces, era un peligro para la navegación. Además, queríamos entregar los cadáveres a sus familiares, porque si a nosotros nos pasara algo parecido, nos gustaría que alguien hiciera lo mismo".

El remolque se decidió de común acuerdo con el armador de los pesqueros, Francisco Gude González, tras una comunicación por radio. La poca potencia de los dos barcos convirtió el arrastre en una penosa tarea. Las estachas que los unían al petrolero se rompieron a los dos días y los marineros llegaron a temer por su vida. Pero poco a poco se dieron cuenta también que aquello, además de un amasijo de hierros, era un pequeño tesoro.

Una popa de 2.000 millones

La maquinaria del petrolero estaba intacta, y su capacidad era de 18.000 toneladas. A través de Radio Exterior de España escucharon una cifra que les puso los pelos de punta. Según las estimaciones, el valor de la popa del petrolero podía alcanzar los 2.000 millones de pesetas, a repartir, de acuerdo con la costumbre marinera, entre el armador y la tripulación."Nosotros nunca nos creímos esas cifras, pensábamos que a lo sumo nos tocarían unas 600.000 pesetas a cada uno", manifestaba a su llegada a Vigo el pasado martes Andrés Pérez, uno de los marineros del Keny. Sus familias, sin embargo, actuaban ya como si les hubiese tocado la lotería. La esposa de uno de los marineros apalabró la compra de varios electrodomésticos en un establecimiento de Riveira, y otra ojeaba pisos donde establecerse nada más llegar su marido.

Pero las cosas se torcieron en el mar. La potencia de los barcos se revelaba cada vez más insuficiente para remolcar el Athenían Venture, y el armador Francisco Gude no conseguía la ayuda de las autoridades españolas. Finalmente, tras un acuerdo con la empresa propietaria, se decidió enviar el Remolcanosa IV en ayuda de los pesqueros.

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Para entonces, el Cosmos y el Keny se habían desviado ya de su rumbo por la acción del viento y el oleaje. Este hecho y la falta de colaboración de la marina mercante obligó a variar el rumbo hacia las islas Azores.

Todos los marineros coinciden en que la llegada del Remolcanosa IV fue más una decepción que un alivio. Esperaban un barco más grande y con una potente bomba de agua para liberar peso del petrolero. El Remolcanosa IV apenas pudo mejorar el penoso arrastre del Athenian Venture, y a las 2.30 del 17 de junio el tesoro se hundió definitivamente a 300 millas de las Azores. "Casi se nos saltaron las lágrimas", confiesa un marinero, "porque de repente sentimos una sensación de impotencia que es imposible explicar".

Los marineros llegaron a Vigo el día 21 decepcionados, con la sensación de haber vivido una pesadilla y echando pestes contra las autoridades de la marina mercante. "Ellos se iban a llevar el 40% del valor total del petrolero y no nos ayudaron en nada a pesar de que la popa era un peligro para la navegación".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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