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El suizo Zimmermann atacó en la última montaña y se colocó segundo del Giro

Luis Gómez

El suizo Urs Zimmermann atacó el liderato de Hamspten en una acción directa y valiente que al principio apenas parecía peligrosa. Pero su victoria fue pírrica y ya es segundo en la general. El liderato de Hamspten parece ya incontestable, pero este Giro es capaz de dar cualquier sorpresa, como el jueves. Los tres sancionados por llegar tarde al control antidoping fueron descargados de toda condena en la madrugada del viernes. La organización hizo recapacitar a los comisarios y con ello evitó una segura jornada de huelga.

Tras los nervios de la noche anterior, con la sorprendente sanción de los jueces de carrera a Visentini, Giupponi y Zimmermann, la calma presidió la salida de la etapa de ayer, con los corredores rehabilitados. Breukink, por ejemplo, poco menos que había tirado la toalla, insistiendo en que Hampsten había sido el mejor y que los dos minutos resultaban insalvables. Lo impensable era que Zimmermann decidiera atacar.Pero lo hizo, y un poco a la antigua, a falta de 140 kilómetros para la meta, y aprovechando un recorrido muy largo aderezado con tres difíciles puertos y presidido por un fuerte calor. Intentar la escapada en solitario ya era una aventura cercana a la locura, y hacerlo desde una posición como la de Zimmermann resultaba poco menos que irracional.

Sin embargo, el corredor suizo abrió progresivamente distancias. Primero, 45 segundos sobre Hamspten; luego, 2.25 minutos; más tarde, 6.48, y así hasta una máxima diferencia de 7.10 minutos a 50 kilómetros de la meta, que le situaban temporalmente como líder y hasta con una ventaja suficiente. Pero a Zimmermann, que hizo mucho más de lo que es habitual en estos casos, le faltó suerte.

Y le faltó suerte porque estuvo a punto de lograr romper drásticamente el pelotón, de tal forma que las posibles alianzas entre diversos equipos carecieran de efectividad. En un principio parecía que ello era posible, porque Hampsten, deseoso de defender su liderato, quedó aislado con cuatro corredores más en un grupo intermedio; por detrás iba Breukink, a 30 segundos, con otro grupo; más tarde Giupponi, junto con Delgado, y finalmente, un grupo más numeroso, con Visentini y Saronni. Al estar todo el pelotón tan fraccionado, al carecer determinados jefes de fila de sus principales gregarios, la etapa podía convertirse en una lucha individual entre tres o cuatro corredores.

Alianzas

Hampsten decidió esperar precisamente a Breukink, acompañado por Winnen y algún corredor más, y aprovecharse de su trabajo. Pero ambos esperaron aún más, aguardaron a que llegaran más corredores, más colegas, para formar un auténtico pelotón de persecución, en el que la única cuestión a debatir era la siguiente: el orden de trabajo. Las circunstancias obligaron, con cierta facilidad incluso, a que Hampsten y Breukink terminaran colaborando, mientras Zimmermann poco más podía hacer auxiliado por el modesto Giuliani, que bastante tuvo con aguantar la escapada "Cometí un error", dijo el norteamericano en la meta, "al no intentar cortar la escapada de Zimmermann inmediatamente, porque casi me quedé sin equipo". "Me limité a esperar", dijo por su parte Breukink.

El Giro parece haber dicho ya su última palabra, aunque con batalla hasta el final, salvo que los jueces no digan lo contrario a cuenta de alguna formalidad. Si fue cierto que Giupponi, Zimmermarm o Visentini acudieron tarde al control médico, también muchos protagonistas coincidieron en que durante otras etapas fueron ellos los que tuvieron que esperar muchos minutos al médico -la toma no se puede realizar si no está él-.

Clasificaciones. Etapa: 1º Giullani (Chateau d'Ax), 6.40.49. 2º, Zimmermann (Carrera), m. t. 3º Pagnin (Gewiss), a 3.05. 4º, Saronni (Del Tongo), a 3.06. 5º, Piccolo (Gewi S S), M. t.

General: 1º, Hampsten, 88.38.01. 2º Zimmermann, a 1.49. 3º, Breukink, a 2.06. 4º, Giupponi, a 5.27. 5º, Chioccioli, a 11.29. 6º, Giovannetti, a 14.40. 7º, Delgado, a 14.52. 8º, Winnen, a 14.57. 9º, Tomasini, a 21.41. 10º, Vandelli, a 25.06.

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