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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Más Doinel

Seguimos con Antoine Doinel, el alter ego de Frangois Truffaut. La semana pasada le veíamos en el tercer filme de la serie, en Besos robados; le veíamos volver de la mili, ejercer diversos oficios -el de detective, el más divertido- y enamorarse.Ahora, en Domicilio conyugal, Truffaut, Jean-Pierre Leaud y Antoine Doinel, que son el mismo espíritu, la misma persona, han envejecido dos años. En este tiempo han sucedido cosas tan bonitas para Truffaut como La sirena del Misisipi y El pequeño salvaje. A primera vista no es mucho tiempo dos años, pero a segunda sí: los suficientes para que Doinel tenga algo bastante parecido a un hogar, haya contraído matrimonio, haya dejado embarazada a su mujer, Christine, y, como si de un poseso se tratara, se enamore enloquecidamente -no, si es que sigue siendo un loco- de unajaponesita, Kyoko.

En otras palabras, que Doinel todavía no está preparado para la vida moderna. Ni es lo suficientemente rebelde ni está suficientemente integrado en el sistema, que es como por aquellos años se decía.

Doinel sigue en la cuerda floja de la vida, repitiendo su nombre y su apellido hasta el infinito ante el espejo, un espejo que le devuelve una imagen poco grata. Su existencia es un sinsentido que Truffaut entona en voz baja, armoniosa y teffida de comedia sentimental.

Una película ligera, bella, serena, como todas las de Truffaut, o casi todas. No es la última de Doinel, pero como si lo fuera: L'amour en fuite, que no llegaría a estrenarse en nuestras pantallas, más que una evolución del personaje era ya algo así como un flash-back sobre sí mismo, un recuento de insatisfacciones y frustraciones.

Domicilio conyugal se emite hoy, a las 21.50, por TVE-2.

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