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'La Reina de Corazones'

La organización de la Telefónica no encaja los efectos de la quinta crisis abierta por Luis Solana

La reciente remodelación del organigrama directivo de Telefónica, cuya finalidad no ha sido explicada aún en términos de objetivos por el actual presidente, Luis Solana, ha supuesto la salida o el cambio de funciones de más del 50% de los mandos medios de la empresa semipública. La mastodóntica organización no ha encajado aún los cambios y ha quedado sumida en un estado de desconcierto en un año en el que ha de duplicar su ritmo tradicional de instalación de líneas, redoblar sus esfuerzos de atención a la demanda y replantear los términos de su relación con el Estado.

"Para la reina no había más que una manera de solucionar cualquier dificultad, grande o pequeña: 'Que le corten la cabeza', ordenó, sin siquiera darse vuelta para ver de qué se trataba...". La incómoda sensación del pasaje de Lewis Carroll parece haberse instalado en muchos de los responsables medios de la compañía, ante la falta de una explicación que dé sentido en términos de estrategia a la última y más importante remodelación efectuada por Luis Solana.El cambio, explicado en principio en términos de "relevo generacional" por parte de la dirección de la empresa, la ha llevado a disponer de un organigrama más limpio, con un presidente que cuenta con el poder ejecutivo directo en la sociedad y cuatro direcciones generales adscritas a él y centradas en las áreas de administración y finanzas, explotación, comercial, de servicios y red, y desarrollo corporativo.

El nuevo modelo -"que ni el presidente de AT&T se ha atrevido a poner en marcha", según el comentario realizado ante distintos directivos por el propio Luis Solana- ha supuesto la eliminación de la figura de consejero delegado y de una dirección general, sometidos a una gradual pérdida de peso real a lo largo de los últimos años.

Al tiempo, ha significado la salida del equipo directivo de algunos de los representantes de la vieja guardia, como Diego Martínez Boudes (instalado ahora en la presidencia de Telefónica, Investigación y Desarrollo), José Antonio Adell (nuevo responsable de Temasa, sociedad que explota un buque cablero) y Luis Terol Miller, recolocado con rango de subdirector general.

Por debajo de los cambios más notables, la profunda remodelación ha afectado a unos 600 cuadros medios de la empresa, dejando de lado al colectivo empleado en delegaciones provinciales. La magnitud de la movida, que ha afectado a más de un 50% del personal medio, ha tenido unos efectos negativos de "paralización", "inseguridad" y "desconcierto", reconocidos desde distintos departamentos de la sociedad.

Esta paralización, atribuida a la magnitud de la remodelación y falta de una explicación sobre su sentido último por parte de la dirección, se produce en un año clave tanto desde el punto de vista organizativo como desde el de la gestión para el futuro de la compañía.

La introducción de cambios en el equipo directivo se barruntaba desde hace meses en distintos, sectores de la empresa, acostumbrados a oler estas situaciones como parte de su trabajo cotidiano. Su puesta en práctica, sin embargo, ha sido sorpresiva incluso para el antiguo consejero delegado y hasta entonces número dos en el organigrama.

Luis Solana no procedió a realizar una explicación de la crisis, ante la comisión directiva de la empresa, y aludió someramente a ella ante el comité ejecutivo, su órgano de gobierno, que cuenta con la representación de los accionistas y los órganos de la Administración tutores de su actividad. En él están presentes los directores generales de Patrimonio del Estado (principal accionista), Telecomunicaciones y Electrónica e Informática, el subsecretario del Ministerio de Industria, la secretaria general de Comunicaciones y representantes de los Bancos de Bilbao, Vizcaya, Hispano Americano y Banesto, como accionistas privados.

Presidencia ejecutiva

Los nuevos responsables de la empresa de telecomunicaciones, tres profesionales procedentes del mundo financiero (Carlos Viada, Germán Ramajo y Javier Monzón) y un técnico de teleco municaciones (Enrique Used) son lógicamente considerados hombres próximos a Luis Solana, integrados en una estructura vertical que no funciona tanto como equipo cuanto como el grupo de colaboradores del presidente que habrá de arbitrar diferencias internas del equipo directivo, como las dibujadas ya entre Germán Ramajo y Enrique Used.La remodelación ha de mar car un punto de inflexión entre una fase fundamentalmente centrada en el saneamiento financiero de la sociedad a otra más expansiva, caracterizada por la estrategia inversora y por la mayor eficacia en la prestación de servicios. "Madrid, por ejemplo, atraviesa por unos niveles de saturación de líneas hasta ahora desconocidos. En la actualidad, el ratio de [líneas] vacantes ronda el 4%, cuando tradicionalmente se ha situado en torno al 14%. El número de líneas totales por instalar, incluidas las de tránsito, puese estimarse en unas 50.000...", comentaba un técnico de la empresa en este sentido.

El nuevo organigrama habrá de llevar adelante la compañía en un año en el que se ha fijado como objetivo instalar 1,5 millones de líneas (frente a las tradicionales 700.000) y en el que habrán de implementarse cambios profundos en su estructura como consecuencia de lo que se acuerde en el nuevo contrato Telefónica-Estado y de la liberalización de algunas de sus áreas de servicio, prevista en la ley de Ordenación de las Telecomunicaciones.

"La formación de un equipo es una atribución legítima del presidente, que, en cualquier caso, ha de rodearse de un grupo de colaboradores con los que se sienta cómodo", señalaba un responsable del equipo directivo de la sociedad a la hora de explicarse la última remodelación.

La mayor parte de los cambios instrumentados a partir del llamado tercer escalón -inferior a directores generales- se ha realizado a través de la contratación de profesionales hasta ahora ajenos a la compañía, con el coste que ello supone en las aspiraciones de los cuadros de Telefónica, habituados a una política de promoción dentro de la cultura, más próxima a la de un organismo público que a la de una empresa privada, que ha venido siendo tradicional en la sociedad.

"Luis Solana ha asumido, y lo ha hecho muy bien, el timón externo de Telefónica, la representación de su imagen pública. Pero ni él, ni ninguno de sus actuales colaboradores directos, ostentan una posición de liderazgo interno, un capítulo en el que el presidente ha ido perdiendo credibilidad", comentaba otro directivo de la empresa.

"Sin duda, una de las asignaturas pendientes de esta empresa es el cambio de su cultura, inequívocamente monopolística, y éste es un apartado en el que se ha avanzado muy poco porque no se dispone de un modelo alternativo. Lo único nuevo es que ahora contamos con un permanente factor de inseguridad, que no parece obeceder a objetivos concretos". En cuanto a las relaciones de tipo laboral, durante los cinco años de la era Solana, Telefónica -la sociedad española más importante en términos de empleo- ha cambiado en cuatro ocasiones de responsable de personal, a un ritmo que refleja las dificultades por encontrar un modelo de relaciones estables con el colectivo de más 60.000 personas a su cargo.

Tras los cambios realizados en la estructura directiva central, distintas fuentes de la sociedad apuntan a la posibilidad de que la remodelación se complete con profundos cambios en las delegaciones provinciales de Telefónica, fortalecidas tras la descentralización operada por Luis Solana con el acceso de Germán Ramajo al frente de la dirección general de Explotación.

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