El Español podrá viajar tranquilo a Checoslovaquia
La próxima temporada, posiblemente, no vestirán la camiseta del Español, pero ayer le dieron a su actual club casi la clasificación para las semifinales de la Copa de la UEFA y, de paso, le echaron una manita al hombre que ha puesto en tela de juicio su valía futbolística. O Javier Clemente les engaña muy bien o Pineda y Lauridsen son grandes profesionales y se olvidan por completo de su futuro cuando se visten de corto. Y hay que pensar que la cuestión debe de estar al 50%. Como también hay que convencerse de que el técnico blanquiazul es un hombre de ideas fijas. Tenía entre ceja y ceja el cambio de Pineda, segundos antes de que marcara el gol de la tranquilidad, y se mantuvo en sus trece. El francés, como llama irónicamente al delantero, se fue al vestuario entre los aplausos de un público que ya sueña con algo grande y se muestra benévolo con un equipo al que no se le puede pedir más.Naturalmente, Clemente también conoce las limitaciones de sus hombres y por eso, además de atiborrarlos de vitaminas, les comió el coco sobre la fortaleza del rival, que acabó siendo un pardillo con buenas maneras, pero escasa penetración.
La verdadera valía del Vitkovice sólo la conocía Clemente, de ahí que se permitiera el lujo de plantear el encuentro con tres defensas, cuatro centrocampistas y tres delanteros natos, además de alinear de salida a Larauridsen después de asegurar públicamente que le sentaría en el banquillo junto a él. Una zorrería más de las suyas, que le salió bien, como fatal le fue al técnico checo, Ivan Kopeck, con su baile de números.
Una estrategia tan primitiva no podía dar buenos resultados al conjunto checo, que inicialmente dominó el encuentro con su fútbol lento, parsimonioso, técnico y carente de garra. El socio blanquiazul, que no faltó a la llamada de la directiva, se quedó helado al ver que su equipo no reaccionaba ante un rival de segunda mano. Pero confiaba en alguna genialidad del semimarginado Lauridsen, que ayer jugó desde el principio porque enfrente tenía a gente que también soba el balón.
Y Lauridsen manejó el balón y distribuyó el juego como en aquellos tiempos en que fue contratado casi por casualidad por otro vasco, José María Maguregui. Ya con el golito en el bolsillo, Clemente entendió que podía bastar y mandó a Golobart a la ducha para reforzar, la defensa con Francis y dio instrucciones a sus hombres para que se dejaran dominar. Todo salió a la perfección y las mayores jugadas de peligro en la puerta del Vitkovice se produjeron en la recta final, incluido el tanto de Pineda.
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