Esperanza Romero y Alberto García
El reto de crear un 'microclima' para el recinto de la Expo 92
Esperanza Romero Cabot y Alberto García Camarasa, bióloga e ingeniero técnico agrícola, respectivamente, son los encargados de los jardines y viveros de la Expo 92 y de la reforestación del recinto en que se celebrará la muestra en Sevilla. Con su trabajo se pretende conseguir un microclima dentro del recinto, entre 28 y 30 grados de temperatura máxima, unos seis o siete grados menos de los que soporta la capital andaluza en los meses de verano. Los árboles y la vegetación, junto a pavimentos especiales y corrientes de agua, son fundamentales para conseguir este objetivo, según ambos especialistas.
"Sin duda alguna", explica Alberto García, "el efecto sombra y el efecto transpiración, proporcionados por la vegetación, son imprescindibles en el proyecto". Entre el 40% y el 50% de las 215 hectáreas de superficie en la que se celebrará la Expo será terreno ajardinado. "Esto", corrobora Esperanza Romero, "no es un capricho ni obedece a criterios estéticos, como pudiera haberlo sido en la exposición de Vancouver, donde tenían otras exigencias climáticas".Cubrir estas 215 hectáreas con 217 especies distintas entre 70.000 árboles, 150.000 arbustos y 50 kilómetros de seto supone para Alberto "un gran reto", y para Esperanza, "una oportunidad única, ya que se trata de repoblar una inmensa zona que apenas tiene vegetación y que nuestros hijos podrán conocer como un gran parque".
Tanto Esperanza como Alberto tienen varios años de experiencia profesional. Alberto tiene 41 años y trabaja desde hace 18 como ingeniero agrícola. Trabajó varios años en Bolivia, estudiando la vegetación del Altiplano. En La Paz participó en la fundación de la Escuela de Jardinería. Esperanza, que prefiere mantener su edad en secreto, trabaja como bióloga desde hace 10 años, "pero nunca como ahora, siempre he realizado trabajos de laboratorio", puntualiza.
Esperanza se encontraba en su laboratorio hace dos años y medio cuando le propusieron hacerse cargo de los viveros que habrían de surtir los jardines de la exposición. No dudó "ni medio minuto". Alberto trabajaba en el Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat, donde era jefe de Parques y Jardines. A Sevilla llegó, "como loco", el pasado mes de noviembre, acompañado por su esposa y tres de sus hijos. Sus otros dos hijos se han quedado estudiando en Barcelona. Ahora Alberto bromea diciendo que habría aceptado aunque le hubiera costado el di vorcio.
Mientras Esperanza dirige el trabajo en los viveros, en medio de los cuales se encuentra su oficina, Alberto es el encargado de dirigir el traslado de las plantas al recinto de la exposición, colindante con los viveros. Precisamente la semana pasada Alberto ha comenzado con los trasplantes en la planta piloto del proyecto bioclimático, cuyos trabajos suponen los primeros traslados de árboles y arbustos hasta el recinto de la exposición. La coordinación entre el trabajo de ambos técnicos es diaria y, como ellos mismos señalan, "permite conjugar el aspecto científico con el creativo".
La magnitud de su trabajo no les abruma. Quizá porque la dirección de la Expo iniciara estos trabajos en 1985, como apuntá Esperanza, o quizá porque creen que su labor es necesaria: 'La Expo, en Sevílla y sin vegetación, no sería posible", concluyen al unísono.
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