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Los trabajadores de Ford en Gran Bretaña inician una huelga indefinida

Los 32.500 trabajadores británicos de la empresa norteamericana de automóviles, Ford, han iniciado una huelga indefinida en demanda de mejoras económicas y laborales superiores a las ofrecidas hasta ahora por la empresa (que en su momento fueron consideradas "un logro histórico" por parte de los sindicatos).

La inesperada rebelión de los trabajadores contra la recomendación sindical, se ha producido en una semana en que varias huelgas han roto la plácida imagen de un país sin dificultades laborales cultivada por el Gobierno conservador de Margaret Thatcher.

La huelga de la Ford británica va a afectar de lleno a la factoría valenciana de Almusafes.

Oferta empresarial

La empresa pretendía lograr un convenio de tres años de duración para el que ofrecía un incremento del 7% en el año actual y subidas salariales de 2,5 puntos por encima del coste de la vida en los dos años siguientes. A cambio solicitaba una japonización de la producción, con cambios en la organización del trabajo de inspiración nipona y con la introducción de controles de calidad por parte de los operarios.La dirección sindical, tras largos meses de negociaciones, aceptó el paquete y recomendó calurosamente su aceptación a los trabajadores. La empresa, por su parte, también echó las campanas al vuelo por considerar que el pacto le iba a permitir importantes reducciones en los costes de producción.

Pero los trabajadores mantuvieron otro punto de vista y un 60% de ellos rechazó el plan y votó a favor de la huelga. Los obreros insisten en tener una mayor participación en los beneficios de Ford, que este año van a ser del orden de los 350 millones de libras (70.000 millones de pesetas).

En principio, la huelga le va a costar al fabricante de automóviles unos 3.400 millones de pesetas diarios y va a repercutir inmediatamente en otras plantas del continente.

En la República Federal de Alemania se va a notar antes que en Valencia, donde se estima que la fabricación del modelo Escort sólo podrá mantenerse durante diez días y la del Fiesta tendrá que reducirse a la mitad.

En Londres se da por hecho que la huelga no durará menos de dos semanas.

Esta huelga es la primera que sufre la compañía en una década y culmina una semana de conflictos laborales (mineros, enfermeras y marineros de los transbordadores) que han hecho rememorar en el Reino Unido el fantasma del invierno del descontento, de 1978-79, cuando el Gobierno laborista se vió impotente para responder a la presión sindical y el país estuvo sometido a una cadena interminable de huelgas. Margaret Thatcher se ofreció como el antídoto contra la política de condescendencia con los sindicatos y ganó las elecciones de 1979.

Los expertos en relaciones industriales, sin embargo, consideran que es prematuro hablar de una reedición del invierno del descontento.

Despreocupación del Gobierno

El Gobierno tampoco parece, por ahora, estar muy preocupado con lo que ocurre en la calle, pero las circunstancias socio-económicas han cambiado (se ha reducido el desempleo, han aumentado la productividad y las rentas salariales), y los trabajadores se sienten en disposición de presentar reclamaciones.Los sindicatos, a los que Thatcher cortó las alas, comienzan a adaptarse a la nueva legislación, pero todavía no están seguros de sí mismos ni de su fuerza. Son las bases las que llevan la iniciativa, como en el caso de Ford o en el de los marineros, que tardaron en atender el llamamiento sindical de que volvieran al trabajo.

El desarrollo del conflicto en Ford va a ser seguido con enorme interés por el Gobierno, que cree que la oferta de la compañía está en el límite de lo tolerable, y por otras empresas y trabajadores, que ven esta huelga como una prueba de sus respectivas fuerzas.

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