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Tribuna:EL FUTURO DE LA PRENSA ECONÓMICA / 1
Tribuna
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Información bajo sospecha

Un número creciente de incorrecciones está haciendo su aparición en los artículos periodísticos de información económica. En general, tales incorrecciones podrían incluirse en dos grandes grupos o tipos: 1. El de aquellas que, observadas aisladamente -sin tener en cuenta su elevado número-, podríamos darles la consideración de gazapos, dado que no alteran el contenido básico del conjunto de la información, y 2. El de aquellas otras que hacen que el objetivo informativo de un artículo resulte total o parcialmente frustrado.En lo que sigue nos ocuparemos de ambos tipos de incorrecciones, refiriéndonos a casos observados. Éstos los elegimos, de entre los muchos posibles, al margen de quienes pudieran ser sus autores o los medios en que fueron difundidos.

1. El primer tipo de incorrecciones incluye aquellos pequeños errores que podemos observar a diario. Como muestra, comentaremos a continuación dos casos que tomamos de la información que se está distribuyendo cuando escribimos estas notas:

a) El primero se encuentra en una información sobre la ampliación al 20% de los límites de variación de las cotizaciones en el mercado de valores, publicada en un diario de información general, el día 28 de octubre último. En el comentario de bolsa se incluye una frase que, en su primeraparte, indica: "El límite del 20% se acerca bastante a lo que se conoce como caída libre...".

Hasta aquí, tal indicación de cercanía o semejanza entre esos dos posibles comportamientos no merece grandes reparos, si entendemos que con ella se pretende poner de manifiesto la posibilidad de que dicha ampliación de límites de cotización produzca una importante aceleración en la caída de las cotizaciones.

Ocurre, sin embargo, que cuando el autor completa la frase resulta evidente que está haciendo una interpretación muy literal del anterior entrecomillado, ya que añade: "... Pues en menos de cinco sesiones puede llevar una cotización a cero".

Este añadido debe llevar al lector a una interpretación más severa de la afirmación de (bastante) cercanía de la caída libre y la fijación del límite del 20%.

En una lectura atenta, con el 20% como dato, la referencia a cinco sesiones sugiere que los porcentajes son tratados (sumados), erróneamente, como si fueran cantidades absolutas.

Incorrecciones

En rigor, la supuesta cercanía resulta ser más bien distancia, pues cuando se fija un porcentaje máximo de variación realmente se impide la caída libre: se está imponiendo una caída amortiguada. Con el 20% de caída diaria, la altura de la caída en cada sesión es una quinta parte menor que la de la sesión precedente. El número de pasos requeridos, para alcanzar la cotización cero, está lejos de ser cinco, pues tiende a infinito.

b) El caso anterior y los que trataremos más adelante proceden de prensa escrita, aunque igualmente se descubren a diario en las emisiones de radio o televisión. Así la noticia de la reciente devaluación de la moneda mexicana en un 55% fue difundida por una emisora nacional que la complementó informando que en lo que va de año la devaluación alcanza el l70%" -¡más del 100% de pérdida de valor!- y que, por la devaluación, "el poder adquisitivo de -los mexicanos se redujo en un 50% en un solo día", lo que se explicaría si en México el salario se abonase en moneda nacional y la compra diaria se pagara en moneda extranjera.

2. El segundo tipo de incorrecciones -aquellas que afectan notablemente a la base argumental y/o a las conclusiones de un artículo- es generalmente menos fácil de mostrar. Su descubrimiento requiere atención en la lectura y su valoración no siempre puede ser objetivada.

Como rasgo general se percibe que en cada tema de la información económica van apareciendo algunos argumentos de uso común, cuya solidez y aceptación tan sólo parecen derivarse de la frecuencia con que son usados. Estos argumentos suelen servir para apoyar diferentes afirmaciones (y las contrarias), como si su sola mención convirtiera en innecesaria cualquier prueba o contraste.

Manifestaciones de esta práctica pueden observarse en el tratamiento habitual de diferentes temas. En concreto, parece muy arraigada en la información sobre la elaboración y evolución del IPC y sobre el uso que de él hace el Gobierno al valorar la actualización de rentas.

Dos artículos que se ocupan de este tema (publicados cuando la posibilidad de un pacto salarial puso de actualidad la discusión en tomo a las tasas de variación de los precios) nos servirán de guía al tratar de concretar algunos de los rasgos generales observados en parte de los artículos de información económica.

Estos artículos-guía tienen en común con otros muchos la gran libertad con que utilizan conceptos (estacionalidad, inflación, ponderación, etcétera), cifras (porcentajes sobre todo), sensaciones percibidas en la realidad (?) (reflejadas en frases como: "experiencia cotidiana", "sensación de su bolsillo", etcétera), dudas sobre la fiabilidad de las elaboraciones estadísticas (se habla de "manipulaciones", "maquillaje"...), etcétera. En general, su información está lejos de presentar una adecuada economía de medios, que facilite la comunicación plena y clara con el lector.

Las dificultades de comunicación suelen verse ampliadas por el tratamiento simultáneo y cruzado de distintos temas. En los artículos que hemos tomado como referencia, las dudas sobre la credibilidad que a los autores merecen las elaboraciones estadísticas se entrecruzan con consideraciones en torno a la estacionalidad, perturbando el análisis de fondo.

Algunas consideraciones en tomo al tratamiento de estos temas en dichos artículos pueden ser ilustrativas de prácticas frecuentes en la información periodística sobre economía:

a) A diario se descalifica el proceso de elaboración de la información estadística sin que autores y lectores perciban la necesidad de su justificación: la costumbre parece haber convertido en cosa probada tal descalificación genérica.

Lo curioso es que, como ocurre en estos artículos, el objeto de la descalificación suele ser la base del análisis cuantitativo y de las conclusiones contenidas en aquéllos artículos en los que la descalificación se produce.

b) La estacionalidad en series temporales, como la del IPC, es uno de esos conceptos que se muestran rebeldes a la definición y la explicación. Quizá por ello se encuentra entre los que con frecuencia ejercen un notable poder de seducción sobre muchos autores que le suelen adjudicar una desmesurada capacidad explicativa y las más inesperadas responsabilidades.

En concreto, en uno de los artículos se cita un trabajo del Banco de España para afirmar (correctamente) que, en presencia de estacionalidad, no deben hacerse comparaciones entre tasas de crecimiento de los precios en distintos meses del año.

Aún así, tan sólo unas líneas después de recoger esta cita subrayada; el autor se olvida de lo citado y nos sorprende comparando la evolución del IPC en los primeros meses del año con lo que previsiblemente sucederá en los restantes, y sacando conclusiones atendiendo a la tradicional tendencia alcista de estos meses. En el otro artículo la estacionalidad tiene una presencia inicial tan notable que induce a pensar que el perfil anual del incremento mensual de los precios desde 1982 va a ser el protagonista en el análisis cuantitativo que se realizará a continuación.

Posteriormente, se llega a creer que la clave del análisis más bien podría estar en una adecuada distinción entre incrementos anuales de precios e incrementos interanuales al margen de la estacionalidad.

Antonio Abadía es profesor de Análisis Económico en la universidad Complutense.

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