El Estudiantes superó el escollo del Oximesa
El partido contra el Oximesa terminó en tono de comedia porque no podía concluir de otra forma El público se relajó con algunas risotadas y hasta determinados jugadores se rieron de sí mismos El espectáculo había sido, efectivamente, un tanto ridículo y daba tanta verguenza haber pagado por verlo como haber sido partícipe del mismo. Y es fácil explicar por qué.Entre dos equipos muy malos por ejemplo el Oximesa y el Grupo IFA, puede haber una diferencia singular: mientras uno lo hace mal pero sigue los cánones del juego, el otro lo hace mal pero de forma heterodoxa. Y mientras lo primero resulta tranquilizador para el rival, el segundo aspecto no lo es tanto. Así es como en 11 jornadas es preciso afirmar que ningún equipo ha logrado jugar bien contra el Oximesa. Y el Estudiantes no iba a ser la excepción.
La táctica, pues, debe consistir no enjugar bien sino en hacer jugar mal al contrario, hecho que el Oximesa consigue a base de colocar muy separados a sus hombres en ataque y de tener dos elementos anárquicos en defensa. Con la primera actitud, y a partir de movimientos continuos del balón, obligan al contrario a pensar que está defendiendo en una parcela más grande de terreno; con lo segundo, los elementos libres entorpecen el camino del rival, buscando ayudas imprevistas a otro defensor o convirtiendo el lado débil de una defensa en lado fuerte o viceversa. Para mayor confusión, el Oximesa presenta en cancha a dos hermanos gemelos, que miden lo mismo, llevan la misma barba y juegan igual, por lo que los colegiados es posible que tampoco las tengan todas consigo.
El público vio así como, en algunas jugadas, un balón suelto al tun tún entraba en la canasta; vio también cómo Pinone le cogió miedo al incontrolado Cooper, un jugador que parece ser capaz de cualquier cosa si sus nervios se descomponen -mandó callar al público en un acceso de atrevimiento-. También se pudo ver cómo Russell fallaba los contraataques -lo que nunca falla- y cómo el técnico Iriarte sólo se dirigía a los hermanos gemelos en los tiempos muertos. Entretanto, el marcador transcurría con mucha igualdad, por lo que no era temerario pensar que el Estudiantes podía perder el partido. Puestos a verlo todo, salió Gil a la cancha con la mano izquierda casi escayolada. ¿Sería capaz Gil de resolver con una sóla mano?. Pues casi, puesto que, bajo su temporal mandato, el Estudiantes consiguió, por vez primera, pasar de los 10 tantos de ventaja.
En esas circunstancias, los minutos finales resultaron de cierta tensión, porque cualquier cosa era posible. El Estudiantes, cada vez más nervioso, trató de dejar pasar el tiempo para que su pesadilla acabara cuanto antes: había una presión física y una presión psicológica y era curioso observar cómo, a pesar de su desventaja técnica, el Oximesa dominaba mejor el escenario de la tragedia. Pero el partido terminó para ellos mientras se cumplia la lógica de la lógica: es decir, fallaron las acciones más fáciles.
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