Kasparov utilizó ayer su segundo día de descanso

El soviético Gari Kasparov, actual campeón mundial, utilizó ayer el segundo de los tres días de descanso que el reglamento le concede en el encuentro frente a su compatriota Anatoli Karpov. El marcador favorece a Kasparov por 7,5 puntos contra 6,5, después de tres victorias, dos derrotas y nueve empates. Será vencedor quien acumule 12,5 puntos o seis triunfos.

El jefe de la delegación del campeón, Shebush Yeganov, entregó la petición de descanso. por escrito al holandés Geurt Gijssen, árbitro principal, dos minutos antes de las 11,30, hora límite para hacerlo. La decisión de Kasparov sorprendió a los especialistas ya que el escaso desgaste sufrido por los jugadores para empatar las tres últimas partidas no justifican un descanso.No se descarta que Kasparov quiera replantear su estrategia global ante la seguridad de que Karpov buscará afanosamente la victoria mañana en la decimoquinta partida, que jugará con blancas. El ex campeón necesita dos victorias más que su adversario en las diez partidas que restan para llegar al límite del campeonato porque en caso de empate final, Kasparov retendría el título.

La provisional ausencia de partidas interesantes fue aprovechada en la noche del martes por Campomanes para invitar a cenar a cuatro periodistas. A la hora de elegir los vinos, el filipino aseguró que llevaba "cinco meses, sin beber". Esta frase podría ser una réplica a los comentarios, recientemente publicados, que acusaban al presidente de la FIDE de pedir caldos de gran reserva en ágapes por cuenta ajena. Durante la cena, Campomanes repitió por enésima vez que el actual auge del ajedrez no existiría si él no hubiera cancelado el primer encuentro de Karpov y Kasparov.

Campomanes aseguró que no se presentará a la reelección en 1.990 "salvo que mis enemigos me obliguen a ello" y anunció el congreso de la FIDE que comenzará el domingo en Sevilla. El punto más importante en el orden del día será la aprobación de las normas que regirán una nueva modalidad de juego, limitando a una hora la duración máxima de las partidas. La FIDE quiere impulsar de esta forma la popularidad del ajedrez y hacerlo más compatible con la dinámica de los medios de comunicación.