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El desarrollo del comercio internacional

Los 40 años que han transcurrido desde que, de forma provisional, el GATT trata de reducir las barreras comerciales entre países y que los flujos sirvan para el desarrollo, han representado avances en momentos de bonanza y se han quedado paralizados en las crisis ya que aumentan las tendencias proteccionistas.

En un mundo como el actual, donde los individualismos económicos afloran con bastante frecuencia, contemplamos con agrado la consolidación, año a año, de una institución económica como el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que desde el 30 de octubre de 1947 intenta implantar orden en el complicado entramado de relaciones y normas que rigen el comercio internacional. Este acuerdo, que de forma provisional impulsaron 23 países, debería haber sido sustituido por la llamada Organización Internacional de Comercio (OIC), cuyo texto constitucional nunca llegó a ratificarse.El GATT tomó de la Carta de La Habana (texto básico para la creación de la OIC) su capítulo IV, titulado Política comercial, poniendo en marcha un programa destinado a contrarrestar el proteccionismo surgido entre las dos guerras mundiales, cuyos beneficios se captaban con facilidad y cuyos costes, sin embargo, resultaban menos claros en la medida en que se diluían entre la población sin que ésta adquiriera una clara conciencia de ello. Reconstruir el sistema liberal de comercio internacional a través de una reducción sustancial tanto de las barreras arancelarias como de los demás obstáculos a los intercambios era el objetivo planteado.

El número de partes contratantes se ha ido incrementando progresivamente, no sólo entre los países con economía de mercado (caso reciente de México), sino también, aunque pueda parecer a simple vista paradójico, entre las economías socialistas, que se han ido integrando al sistema con ciertas peculiaridades que han hecho compatibles sus sistemas económicos con los objetivos del GATT: Checoslovaquia (1947), Yugoslavia (1966), Polonia (1967), Bulgaria -como observador (1967)-, Rumanía (1971), Hungría (1973), sin olvidar que, más recientemente, la URSS (véase EL PAÍS del 2 de septiembre de 1986) y China (véase EL PAÍS del 13 de julio de 1986) han solicitado su participación. Debido a la incompatibilidad con su política autárquica y de controles en el comercio exterior, España no firmó el acuerdo en su origen, sino que tuvo que esperar al 29 de agosto de 1963, aprovechando la nueva etapa de apertura iniciada en 1959.

Aunque la cláusula de nación más favorecida y la reciprocidad son los principios fundamentales del acuerdo, las partes contratantes fueron suficientemente flexibles para respetar aquellos compromisos contraídos con anterioridad a 1947 los proyectos de creación de zonas de libre comercio o uniones aduaneras, y para ampliar la posibilidad de conceder un tratamiento diferenciado a determinados países en vías de desarrollo.

Rondas multilaterales

El marco en el que se han realizado estos progresos ha sido el de las llamadas rondas de negociaciones multilaterales: 1947 (Ginebra), 1949 (Annecy, Francia), 1951 (Torquay, Inglaterra), 1956 (Ginebra), 1960-1961 (Ginebra, ronda, Dillon), 1964-1967 (Ginebra, ronda Kennedy), 1973-1979 (ronda Tokio) y recientemente, desde 1986, la ronda Uruguay, cuyos objetivos se han ido ampliando a lo largo de estos 40 años en la medida en que lo reclamaban las circunstancias generales. Entre los retos esenciales que se han planteado destacaríamos los siguientes:

- La reducción de barreras arancelarias, que en el caso de los productos industriales ha sido uno de los grandes logros, completado con la aprobación del sistema de preferencias generalizadas concedido a los países menos avanzados.

- El problema de las barreras no arancelarias y técnicas es mucho más complejo. A medida que las barreras arancelarias han ido descendiendo, la aparición de estos frenos al comercio ha comenzado a multiplicarse (normas sanitarias, técnicas de seguridad, etcétera). En la actualidad se trabaja en la elaboración de códigos obligatorios cuyo fin es reducir su importancia.

- Las subvenciones a determinados productos han sido una constante desde el desencadenamiento de la crisis económica internacional y la necesidad de exportar. El GATT intenta que estas prácticas, junto con las derivadas de valoración en aduana y la concesión de licencias, no perjudiquen los intereses del resto de las partes contratantes.

- En esta misma línea se ha elaborado un código antidumping para evitar que las importaciones compitan en los mercados interiores a precios inferiores a los cobrados por el productor en su país.

- La introducción de los productos agrícolas en las negociaciones a partir de 1975 ha supuesto un notable y esperado avance, aunque los resultados conseguidos son todavía limitados. Los países en vías de desarrollo, junto con Australia, Nueva Zelanda y Canadá, no ven con agrado los planteamientos proteccionistas de los países industrializados, que a toda costa intentan mantener los niveles de ingresos de sus agricultores. Por otra parte, son ya clásicos los enfrentamientos entre la Comunidad Europea y Estados Unidos en este campo.

- La cláusula de salvaguardia, artículo que permite a las partes contratantes imponer restricciones a la importación o retirar concesiones arancelarias cuando la importación produzca perjuicios, es otro tema que resolver, debido a su utilización indiscriminada.

- Los acuerdos multifibras (AMF) se firmaron de forma coyuntural para regular el comercio de productos textiles, especialmente afectado por la crisis AMF-1 (1972-1973), AMF-2 (1977-1982) y AMF-3 (19821986). No obstante, se trata de una brecha abierta en la normativa del GATT que actúa contra el buen funcionamiento de la libre competencia y las ventajas comparativas.

En la actualidad los servicios ocupan un lugar cada vez más importante en el comercio internacional (telecomunicaciones, transporte marítimo y aéreo, banca y servicios financieros, seguros, turismo, publicidad, cinematografía, servicios legales, etcétera). Este planteamiento, defendido por los países industrializados, lo completan argumentando que no sólo son ellos los que se beneficiarían de su liberalización, sino que los países en vías de desarrollo son también competitivos en algunas ramas como los transportes, el turismo y la construcción. Se pretende, por tanto, establecer un marco multilateral de principios y normas para liberalizar el comercio de servicios. No obstante, aunque esto es una muestra de que el GATT está trazando sus futuras vías de actuación, considero que nos encontramos ante una problemática que no debería desenfocar la prioridad que en la actualidad tiene todavía el comercio de mercancías.

La crisis económica internacional ha puesto en entredicho el papel del GATT. La búsqueda de una mayor estabilidad y equilibrio externo por parte de los países ha avivado un nuevo proteccionismo más refinado que el de los años treinta; la labor del GATT no ha sido suficiente para frenar esta nueva ola que afecta al comercio internacional. Las reducciones arancelarias tradicionales son insuficientes en una situación como la actual, donde los derechos aduaneros, en términos generales, están en torno al 4% o 5% por lo que es necesario avanzar en otros campos.

La seguridad del sistema financiero depende de las salidas que se articulen al problema de la deuda; un mayor orden comercial que apunte contra el neoproteccionismo es esencial para que los países menos avanzados encuentren mercados. Por tanto, con una visión más futurista, el GATT tiene que comenzar reformas esenciales que aseguren su futuro y eficacia.

En primer lugar habrá que reforzar los aspectos institucionales con órganos permanentes que dediquen constantemente su atención a los problemas comerciales. Segundo, la necesidad de actualizar los supuestos de partida sobre los que se basó el acuerdo, los cuales no son los que se dan en el presente. Tercero, sería conveniente que el GATT tratara con mayor insistencia la problemática de los países en vías de desarrollo, sobre todo en el caso de los países que, como los del África subsahariana, necesitan una consideración especial.

es catedrático de Organización Económica Internacional de la universidad de La Laguna.

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