Víctimas de la especulación laboral
Los trabajadores del autobús accidentado ayer son parte de un contingente cifrado en unas 5.000 o 6.000 personas que todos los días, durante años, recorren distancias cercanas a los 400 kilómetros de ida y vuelta para venir a trabajar a Madrid. Estos trabajadores proceden de localidades que, como las dos citadas, y Urda, Madridejos, Villafranca de los Caballeros, Consuegra, Horcajo de Santiago, o Herencia, son la cantera tradicional de la que los contratistas de obras madrileños obtienen una mano de obra barata y poco conflictiva. Trabajadores cuya vida diaria se limita a levantarse a las tres o las cuatro de la madrugada, venir a Madrid, trabajar y volver ya de noche a sus pueblos.Los trabajadores procedentes de Daimiel son prácticamente los más lejanos, hasta el punto que, para no darse el palizón diario, no tienen más remedio que quedarse en Madrid toda la semana, hasta que regresan el viernes a sus pueblos. Todo por salarios que oscilan entre las 70.000 y las 80.000 pesetas mensuales. El 24 de septiembre pasado, uno de estos trabajadores, Ángel, de 25 años, soltero, vecino de Villarrubia de los Ojos, declaraba a este periódico: "Mi madre está preocupada porque me paso la vida en la carretera. Cualquier día tendremos un accidente grave".
La Federación Estatal de Madera, Construcción y Afines de UGT denunció ayer que, en muchos casos, los trabajadores que vienen a Madrid de Toledo, Ciudad Real o Cuenca, son contratados "de forma fraudulenta por medio de intermediarios que en su mayoría son empresas piratas". UGT criticó también la pasividad de la Administración ante esta situación, que ha sido denunciada reiteradas veces por los sindicatos.
