Recetas en conserva

La innovación teórica introducida el miércoles por Karpov en la segunda partida del Mundial fue preparada por los analistas del ex campeón hace siete años, durante su entrenamiento para el encuentro frente a Viktor Korchnoi en Merano (Italia), con el título en juego. Comoquiera que la idea no pudo ser utilizada en aquel enfrentamiento, Karpov la mantuvo en conserva, a la espera de la ocasión propicia. Estas situaciones suelen darse con frecuencia en el ajedrez profesional.En los torneos de varios jugadores hay poco tiempo para preparar la partida porque el adversario es distinto cada día. Pero en un encuentro como el de Kasparov y Karpov los respectivos equipos de analistas trabajan durante meses para elaborar un repertorio de aperturas (primeras jugadas de una partida). Esta labor no se limita a elegir las variantes que concuerden con el propio estilo, sino que preparan la forma de enfrentarse a las líneas favoritas del oponente. Es lo que en la jerga del ajedrez se denomina receta o cilindro.
Es lógico, por tanto, que, en ocasiones, un jugador renuncie a plantear su apertura preferida para evitar las recetas cuidadosamente confeccionadas por su rival. Eso es lo que hizo Korchnoi en Merano cuando, en la séptima jugada de la apertura inglesa, retiraba su caballo en lugar de avanzarlo a g5 como eligió Kasparov el miércoles. Karpov tuvo entonces la ocasión que tanto había esperado para colocar su cilindro. Por eso Kasparov pensó 1.20 horas.
En realidad, Karpov conocía muy bien los sufrimientos de Kasparov porque él fue víctima de una trampa similar. Tras el citado encuentro con Korchnoi, uno de los analistas de éste, el norteamericano Seirawan, le opuso un estudio de laboratorio no aplicado por su jefe y ganó. Pero, cómo no, Karpov se tomó la revancha. Un año más tarde, y también en Londres, el norteamericano tuvo la osadía de jugar la misma variante y fue arrollado. Otra cuenta pendiente había quedado saldada.
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