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CAMPEONATO MUNDIAL DE AJEDREZ

80 minutos para una jugada

Leontxo García

Resulta muy dificil encontrar un antecedente en los torneos magistrales de las últimas décadas donde un jugador invierta ochenta minutos en un sólo movimiento, como hizo ayer Kasparov para realizar su décima jugada.La tardanza del campeón en avanzar una casilla su peón de dama no se debe solamente a la complejidad de la posición. Una de las cualidades más destacadas de Kasparov es precisamente su gran capacidad para calcular muchas variantes a gran velocidad. Durante esa hora y veinte minutos, el aserbayano tuvo que encajar primero el golpe psicológico propinado por Karpov, que jugó agresivamente a pesar de llevar las negras, y le sorprendió además con una novedad teórica minuciosamente preparada en el laboratorio casero.

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Karpov ganó la segunda partida de forma dramática

En ese tipo de situaciones, el jugador intenta convencerse de que si su rival ha hecho una jugada, ésta no tiene por qué ser necesariamente buena. Pero siempre hay una reflexión secundaria que se sobrepone a ésta: "La ha jugado casi sin pensar, o sea que la tiene muy bien preparada. Tengo que andarme con mucho cuidado". Es como si el cerebro pusiera en funcionamiento un filtro de seguridad que obliga a pensar todo dos veces. Y el tiempo, Implacable, corriendo.

Autocontrol

Superada esta fase, todo depende del autocontrol nervioso. Para que las cosas marchen bien, el jugador debe calcular de acuerdo a una técnica sistemática llamada el árbol de variantes, muy desarrollada por los entrenadores soviéticos. La última jugada del rival es el tronco del árbol; las réplicas razonables son las primeras ramas o variantes, de las que a su vez nacen otras ramas más pequeñas o subvariantes. El secreto está en no pasar a otra variante hasta haber agotado el análisis de la anterior.Pero en un estado de gran nerviosismo ésto puede ser muy difícil incluso para un campeón mundial. En lugar de seguir implacablemente la estructura del árbol, la mente del jugador salta desordenadamente de rama en rama, sin establecer ninguna conclusión. En un momento dado, el jugador mira al reloj, queda horrorizado y se dice : "!Llevo más de una hora pensando! Tengo que mover lo que sea". Y juega guiado por su intuición. Esto crea dos sensaciones muy desagradables: una de angustia por el poco tiempo disponible para el resto de la partida y otra de inseguridad por haber hecho un movimiento que no descansa en análisis razonados.

En el Mundial, cada jugador dispone de dos horas y media para realizar los primeros 40 movimientos. Si no supera ese control, administrándose el tiempo, pierde la partida. Lo normal es que las -primeras jugadas vayan muy rápido porque son de libro, o sea, ya se han practicado anteriormente.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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