Moses batió a Schmid y Harris por dos centésimas
JUAN MORA El hombre ganó. Porque Edwin Moses adquirió tal condición cuando el pasado 4 de junio, en Madrid, perdió una carrera de 400 metros vallas después de 122 pruebas invicto, a través de 9 años, 9 meses y 9 días. Y una vez que adquirió tal condición ya tiene que ganarse cada triunfo con el sudor de su frente. Sigue siendo el único en el mundo que da 13 pasos entre valla y valla, pero ya no es el más rápido. Su longitud de zancada y técnica fueron las que le permitieron ganar su primer título como hombre, por dos centésimas, ante otros dos humanos, los últimos que lograron vencer al dios, Harris y Schmid.
Sobre la pista del estadio olímpico de Roma había 10 vallas en cada calle. Entre ellas, 35 metros de distancia. Moses las salvaría con 13 zancadas; los demás, con 14.Todo parecía igual que siempre. Pero no. Harris y Schmid se hablan preparado para destronar a Moses. Ya le habían ganado una sola vez en su vida: el primero, hace cuatro meses, y el segundo, hace 10 años. Ambos habían llegado a estos campeonatos en la mejor forma de su vida. Moses, en cambio, inicia el ocaso. En juego, algo más que una victoria; se trataba de destrozar a quien durante años les ha impedido reinar.El escenario era ideal. Moses había sido ya dos veces campeón olímpico y una mundial. Una derrota con el título en juego le supondría la confirmación de que lo mejor sería ya abandonar. Perdida la imbatibilidad y el título, Moses ya no tendría sitio ni siquiera entre los humanos.
Posiciones Igualadas
Los atletas comienzan a pasar las vallas. Son ocho, entre ellos José Alonso, al final octavo, pero sólo hay ojos para Moses, Schmid y Harris, que van por las cal. es 3, 4 y 5. Las posiciones parecen igualadas. Hay que ir con la mirada de valla en valla para perfilar las posiciones, según quién la salta en primer lugar. Meses, empieza a ser claro, es quien primero las ataca. No está debilitado por su condición humana. Hace valer ser el único en el inundo capaz de dar 13 zancada; entre cada salto. Compite con tantas ganas que hasta da la impresión de que tiene que recortar el salto porque se traga los obstáculos.
Van 30 segundos de carrera. Los atletas se disponen a entrar en la recta final. Quedan 17 segundos para el desenlace. Moses, sí, es primero, ya claramente, pero no con la ventaja acostumbrada. Van a ser unos segundos interminables. Desde la última valla hasta la meta han de quedar 40 metros. Moses ahí no tendría ventaja. Harris y Schmid pasan la última valla defendiendo esa diferencia que les ha ido sacando Moses por su mejor técnica Ahora ya todo es liso, hay que correr. Y Moses arrastra sus 32 años, dos más que Schmid y 10 más que Harris.
Los 40 metros finales parecen multiplicarse. Moses no tiene tiempo de mirar a su derecha porque perdería tiempo. El estadio ruge. Ya no le entra más aire. Schmid y Harris tienen que estar ahí mismo. Ve la meta, pero no acaba de alcanzarla. Ya aparecen por detrás. Perdida su condición de dios inatacable de las pistas, ha de verse obligado a ganar como jamás se ha visto.
Harris
Harris, capaz de desarrollar una alta frecuencia entre las vallas, la multiplica en el final y arrastra a Schmid. Éste se entrega al pretender fijar su posición mirando a derecha e izquierda. Harris, no, es una flecha. Faltan cinco metros y aún no hay nada decidido entre Moses y Harris. El primero lanza la cabeza hacia delante y cuando cruza la línea de llegada mira de reojo hacia su derecha. Se para. Busca el aire que necesita bajando sus manos hacia las rodillas. Harris ofrece la misma estampa.
La carrera ha terminado. No se sabe quién ha ganado. Moses y Harris elevan la mirada hacia el marcador esperando que aparezca la película del final de la carrera. No acaba de aparecer. Moses se recupera, eleva el brazo e inicia la vuelta de honor. Harris le mira, baja la vista y se retira. El estadio aclama a Moses, pero con la duda de si ha ganado. Él parece convencido de que sí. Cuando lleva vividos 300 metros de gloria, los altavoces le dan ganador oficial. Ya no necesita recoger más tributos. Abandona la vuelta y se va hacia el palco de honor. Allí esperan su madre y su esposa. Se repite el número de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Lo necesita porque desde entonces, cuando su final resultó angustioso, precisamente ante Harris, se vio que Moses abandona la insultante superioridad que ha estado ejerciendo sobre sus rivales, puesta de relieve en las marcas de la mejor final de todos los tiempos en los 400 metros vallas. Moses ganó con una marca de 47.46 segundos, que no le significa nada. Ya ha corrido 10 veces más rápido que eso. Harris y Schmid, en cambio, lograron las mejores marcas de todos los tiempos en esta prueba, a excepción de las de Moses, 47.48, si bien Schmid ya había acreditado esta misma hace cinco años.
"Un viejo como yo"
Tras la entrega de medallas, Moses y Harris se encontraban contentos. Moses aún tuvo el humor de decir: "Ha sido una carrera muy difícil para un viejo como yo". Ya, más serio, confesó que "sabía que esta final iba a ser durísima para mí. Por eso me he preparado mucho ante ella". Harris, por su parte, mostraba su satisfacción por la marca realizada, y Schmid todavía se lamentaba, "porque hubo un momento que me creí que podía ganar".
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