Marín: "Afronto cada competición como si fuese la última"
José Marín subió ayer al podio, tras ser el tercero el domingo en la final de los 20 kilómetros marcha, peinando canas. Se ríe cuando se lo recuerdan y dice: "Pues ... nada, me salen canas. Es normal a los 37 años. Pero no me preocupa en absoluto". Él no se siente viejo: "Sí, soy el marchador de más edad, pero realmente no llevo más años que otros compitiendo a alto nivel". "Cada vez que salgo en una competición me empleo como si fuera la última que hago porque ya no puedo pensar en un futuro muy lejano", advierte. Y esto sí te inquieta.
Marín vio próximo el final de su carrera hace dos años. Le sobrevinieron problemas y fue operado dos veces tras ser campeón y subcampeón europeo y subcampeón mundial. "Seguí entrenándome porque pensaba que podía recuperar mi sitio. Ahora soy más optimista porque he visto que puedo mantenerme", afirma.En la final, en la que veía las caras conocidas de siempre entre sus rivales, no temía a nadie. Tampoco pensaba. "En una prueba pienso muy poco. Simplemente, me sale. Desde el punto de vista económico, ser el octavo me valía [le suponía la renovación de la beca de 140.000 pesetas mensuales, como mínimo, por cuatro años más], eso es verdad. Pero, dentro de la tranquilidad económica que nos gusta a todos, yo tengo unas expectativas de continuar como entrenador y el futuro abierto", aclara.
Marín iba en el grupo de cabeza y las descalificaciones del italiano Arena y los mexicanos Canto y Mercenario le colgaron la medalla del cuello. "Yo también he pasado por el trance de las descalificaciones, como el año pasado en los Europeos. Fue merecida. Estaba muy mal. No marchaba como en mí es habitual. Sucede entonces que arriesgas por encima de tus posibilidades. Y para eso están los jueces. Hay que confiar en ellos y respetar sus decisiones. Las descalificaciones están en razón directa del estado de forma de cada uno porque influye en la manera de marchar. Cuando uno se encuentra fuerte, puede competir con mucha más seguridad que cuando queda descolgado y se ve obligado a arriesgarse al máximo de sus posibilidades".
Todo esto lo ha ido aprendiendo Marín a base de experiencia. Ya son muchos años en el mundillo de la marcha. No por sus 37 años, ya que, insiste, no es viejo: "Como no llevo más años que otros en la alta competición, no me afecta la edad que tengo, ya que no estoy quemado". Pero, ello no le impide ver la realidad. Por eso admite que cada vez que sale en una competición es como si fuera la última. No tiene tiempo que perder. Marín ha pasado a la historia como el marchador más completo al haber subido al podio en una misma competición en los 20 y los 50 kilómetros y teme que se le acabe el plazo. Entonces dejaría de hacer lo que más le gusta.
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