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Entrevista:

Heinrich von Thyssen: "En el fondo soy un sentimental"

Pregunta. Algunas veces ha dicho que en los negocios se ha regido más por un sexto sentido que por cálculos económicos y que le ha ido muy biénRespuesta. Sí, yo tenía 30 años cuando mi padre decidió que me hiciera cargo de las empresas. Entonces descubrí que efectivamente tengo un sexto sentido, una especie de intuición certera para saber comprar y vender en el momento justo.

P. Sin embargo, esa intuición no parece que le haya funcionado en su vida privada.

R. No, no lo ha hecho. Me he casado cinco veces y me he divorciado cuatro.

P. ¿Era usted quién tomaba la decisión de divorciarse o lo hacían ellas?

R. Ellas fueron infieles conmigo, no fueron leales.

P. Usted era entonces joven, guapo, rico y parecía complaciente con sus mujeres. Hasta paseó las panteras de una de ellas por París. ¿Por qué cree que le fueron infieles?

(Carmen Cervera, la actual baronesa Thysen, interviene para apuntar con gesto expresivo: "Yo tampoco lo entiendo; no lo he podido entender nunca. Porque, madre mía, hay que ver lo guapo que era entonces, una cosa exagerada. Me llevo bien con sus anteriores mujeres, menos con la segunda, Nina Dyer, porque murió, la pobre. Se suicidó a los 36 años. Era a Nina a la que le paseaba las panteras y le pagaba todos los destrozos que hacían en los hoteles. Con Denise Shorto, la cuarta, no me hablo, pero con la primera, María Teresa de Lippe, y con la tercera, Fiona Campbell, me llevo muy bien. A veces, hablando de esto, me han comentado que es que él trabajaba mucho y no les hacía demasiado caso".)

R. Puedo explicarlo. Yo entonces trabajaba muchísimo, mis negocios ocupaban todo mi tiempo. Tal vez fue eso. Con Fiona muchas veces hablábamos a través del télex que había en mi despacho de Villa Favorita, próximo al dormitorio. Supongo que a ella le resultaba difícil vivir así. También es posible que quisieran demostrarme que eran más importantes que yo... No estoy seguro.

P. ¿No sería usted celoso, o posesivo?

R. No, posesivo no. Con la primera no tuve nunca celos, lo que ocurrió es que ella intrigaba mucho con mi familia, por cuestiones de herencias. Lo hacía a mis espaldas, y cuando me enteré no me gustó. Siempre me echaba en cara que su familia era mejor que la mía. A Nina la quería mucho. Con ella sí tuve celos, porque nunca terminó del todo con su anterior novio. Con Fiona... Tal vez influyeron las amigas, que le decían: "¿Pero cómo estás siempre encerrada en la casa de Lugano, sin salir?". Denise fue un caso aparte. Siempre tuvo un hombre detrás de otro. No he entendido nunca la razón de su comportamiento. Puedo comprender que una mujer se enamore de otro hombre y se vaya con él, pero no puedo entender el tener un novio detrás de otro. Llegados a ese punto, todo el amor que pueda sentir hacia una mujer se acaba.

P. ¿No habrá sido un blando con las mujeres?

R. Hummm, no sé. Eso es ella quien tiene que decirlo.

(Ella, Carmen Cervera, dice: "Yo lo que creo es que es un hombre extremadamente bueno, superbueno, pero al que no le tomas jamás el pelo. En seguida ve si una mujer le es infiel. Seguirá contigo a lo mejor, pero nunca más será igual. Seguirá tan caballero, tan simpático, pero el amor de él se habrá roto".)

P. ¿Llegaron a obsesionarle las infidelidades, hasta el punto de contratar detectives?

R. No, no me obsesionaban, pero ocurrían. No soy curioso. Siempre que he recurrido a un detective ha sido con el proceso de divorcio ya empezado, para obtener pruebas, pero no antes. En algún caso no habría hecho falta. Denise solía pasar la noche fuera y si por la mañana la encontraba dentro del coche con su amante, realmente no hacía falta un detective, ¿no?, ja ja. En aquella época cada uno hacía su vida.

P. Usted ha contado que hubo un momento en que no le hubiera importado morir. ¿Qué le pasó?

R. Sí, es que: se llega a un punto en el que dices: ya está bien, y lo que más deseas es descansar.

P. ¿Ni sus hijos, su familia, sus cuadros o sus empresas le importaban?

R. Sí que me importaban. Pero a pesar de todo me encontraba solo, con cuatro fracasos matrimoniales y verdaderamente cansado de todo.

P. O sea que en el fondo es un sentimental

R. Sí, creo que sí.

P. ¿Alguna vez ha sentido miedo ante algo?

R. No, nunca. Lo único que temo es estar enfermo.

P. ¿Ni siquiera tuvo miedo de los nazis?

R. No, porque entonces viviamos en Suiza. Los nazis me reclamaron para que sirviera con ellos en la guerra, incluso amenazaron a mi padre con confiscar nuestras propiedades. No hicimos caso y no confiscaron nada.

P. ¿Ha seguido el lema de su familia, ese que dice: La virtud sobrepasa a la riqueza? ¿Es usted más virtuoso que rico?

R. Bueno, ese lema corresponde a la rama familiar de los Bornemisza, que eran aristócratas arruinados. Y claro, resulta muy fácil tener un lema así cuando uno es pobre ¿no?, ja, ja. Creo que sí he sido virtuoso.

Una vida entre la magia y los negocios

Está convencido de que fuerzas mágicas y extraordinarias le rodean desde que era niño. No se trata de hechizos que contravengan sus creencias religiosas, tan sólidas que llegó a convertir a un protestante en cura jesuita, aunque a la hora de divorciarse sea más ecléctico. Habla, cuando se le insiste mucho, de visiones, presentimientos y del lenguaje de las cartas. Ellas le facilitan pistas sobre la compra de un cuadro, sí será correspondido en el amor o si su avión despegará con retraso.Respuesta. Mis ojos son extraños, como lo eran los de mi padre, que tenía uno azul y otro castaño. Los míos son castaños rodeados de un aro azul. Cuando tenía 11 años vi en mi mente una imagen de Cristo que no había visto jamás. Años después volví a verla: era el Ecce Homo de Durero.

Pregunta. ¿Y los presentimientos?.

R. Uno de los más claros lo tuve en Jamaica. Iba en el coche con un amigo por una carretera estrecha, sobre un puente semiderruido. Antes de llegar al recodo, le dije: ¡Para! ¿Por qué?, preguntó. ¡Para, para! Al poco apareció un camión haciendo eses, con un grupo de indígenas borrachos. Hubiéramos chocado. Nunca pude explicarlo, pero lo supe antes. Ha habido otros, aunque la mayoría son pequeñas cosas, como saber quién llama cuando suena el teléfono.

P. ¿Quién le enseñó a leer en las cartas?

R. Nadie, aprendí hace 10 años. No les hago caso para los negocios, porque el bienestar de mucha gente está en juego y sería una frivolidad. Pero para lo que me afecta solo a mí, las consulto a menudo.

P. ¿Qué le dicen?.

R. Hace poco me llamaron para ver un cuadro de un expresionista alemán. Antes de salir ¿le casa consulté a las cartas y me dijeron que se trataba de una obra maestra. Así fue. Era una preciosa obra de Ernst Kris, que me emocionó y la compré. También me dicen con cuánto retraso va a salir el avión, o si nos vamos a aburrir en una fiesta. O si mi matrimonio va a salir bien. Antes de casarme con Carmen me auguraron un brillante futuro. Y se ha cumplido.

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