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Yoshiaki Tsutsumi

La vida aventurera del hombre más rico del mundo

La historia de Yoshiaki Tsutsumi, un japonés de 52 años, considerado el hombre más rico del mundo, es digna de una novela de aventuras, por el origen de su familia, por la revalorización de su fortuna gracias a la meteórica especulación del terreno en Japón, por su gran afición al béisbol y, sobre todo, por el gran sentido de la privacidad de este multimillonario en yenes.

El descubrimiento de este multimillonario llegó tras una compleja y minuciosa investigación por parte de la revista norteamericana Forbes, en la que concluyó que Japón, la nueva potencia del yen naciente, supera a Estados Unidos en número de supermillonarios, y entre ellos destaca, a gran distancia, a Yoshiaki Tsutsumi.El origen de su inmensa fortuna -cifrada hoy en unos 21.000 millones de dólares, contra 4.500 millones para el norteamericano más rico, Sam Moore Walton, propietario de una cadena de supermercados- parte de su padre, que fue secretario de un importante político japonés de primeros de siglo, gracias a lo cual adquirió muchos terrenos en el centro de Tokio. Casado con tres mujeres, más otras dos amantes, el padre de Tsutsumi dejó su importante fortuna entre su hijo legítimo, Segi, y su hijo natural y preferido, Yoshiaki. Partiendo de la táctica de pedir préstamos a los bancos, dicen que para evitar tener que pagar demasiados impuestos, Yoshiaki hizo prosperar rápidamente su fortuna, con la ampliación de la línea de ferrocarriles propiedad de la familia, la Seibu Lines, en el área del gran Tokio, alrededor de cuyos terrenos edificó hoteles y centros comerciales.

Los solares y los negocios inmobiliarios han sido siempre el sector predilecto de Yoshiaki Tsutsumi, que es propietario de varias estaciones de esquí, hoteles de lujo con campos de golf -en un país donde ser miembro de un club de este elitista deporte puede costar hasta 200 millones de pesetas- entre ellos la cadena de hoteles de primera categoría Prince, más complejos turísticos y centros de atracciones. Como buen amante del béisbol, un deporte tan popular en Japón como en EE UU, posee en propiedad el estadio y el equipo de Seibu Lions, que juegan en la Liga del Pacífico.

"La fortuna de Yoshiaki Tsutsumi hay que triplicarla", según expertos económicos nipones, citados por la revista Hukaln Gendai, debido al valor potencial de sus propiedades en un país de especulación sin fronteras en la propiedad del suelo. En Tokio, por ejemplo, se anunció esta semana la venta de un apartamento de lujo, de unos 200 metros cuadrados, por valor de 1.800 millones de yenes (unos 1.540 millones de pesetas), sin incluir las plazas de garaje. Evidentemente se trataba de un apartamento de lujo, pero aquí un apartamento de 27 metros, situado a una hora de metro del centro de Tokio, cuesta 42 millones de yenes (unos 35 millones de pesetas).

Naturalmente este no es el problema del multimillonario Yoshiaki Tsutsumi, cuyas posesiones en terrenos se calculan en unos 150 millones de metros cuadrados y vive en una residencia de 1.000, a gran diferencia de las conejeras en que viven sus conciudadanos. Precisamente los astronómicos precios que además tienen que pagar por ellas es lo que provoca que de los 22 supermillonarios nipones, un total de 14, entre los que destaca Yoshiaki Tsutsumi, tengan basada su fortuna en los boyantes negocios inmobiliarios y su loca espiral especulativa.

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