Vea, pero no escuche

El telespectador aguarda impaciente, entre miradas nerviosas al reloj. Ha dedicado la mañana a leer la prensa deportiva y las páginas deportivas del resto de periódicos. Luego ha rastreado las emisoras de radio en busca de las últimas noticias de la etapa del día. Pero hace 50 minutos que no tiene claro cómo está la cosa. ¿Seguirán Perico y Roche juntos en el grupo de cabeza? ¿Y Mottet, no se habrá descolgado? ¿Habrá saltado ya Herrera en busca de una victoria de etapa que se le está resistiendo? Y si es así, ¿quién le habrá aguantado el tirón, Perico o Roche?Al fin, la carta de ajuste en el segundo canal deja paso a la caretilla de Eurovisión. Llegan las imágenes de Francia. Ahí están. Toda la sala de estar se ilumina. Una cámara cabalga a saltos sobre una moto y enfoca a un grupo de corredores: ¿seis?, ¿ocho?, ¿ochenta? Silencio, escucha.

Lo que paso ayer

Pero el oído no nos ayuda. Nos traiciona. Los enviados especiales de la mejor televisión de España no comentan las imágenes, no. Hablan de lo que pasó ayer. Resumen sin ninguna brillantez una información ya devorada y digerida por el aficionado durante la mañana. Eso lleva un par de minutos. Hay que seguir rastreando emisoras, pero ninguna ha conectado. Resignados volvemos de nuevo el oído a la Televisión. Ahora nos dicen lo que ha pasado esta mañana en el puerto que se pasó a las once de la mañana, en el que se pasó a las doce, en el que se pasó a la una, en el que se pasó a las dos.Los locutores se resisten fieramente a soltar la información definitiva hasta el último instante. ¿Qué pasa entre Perico y Roche? ¿Es Bernard ese que sale ahí, al lado de Fuerte? ¿Qué demonios nos quiere decir la televisión francesa con su cartelito Écart, 2.56? 2.56 ¿entre quién y quién? ¿Entre Roche y Perico Delgado o entre Perico y Roche? ¿Entre Herrera y el resto? ¿O entre un fugaz aspirante a victoria de etapa y los aspirantes a ganar el Tour?

Al fin llega la información. Se han resistido, pero han cantado de plano. Roche y Perico van juntos. Muy bien. Vamos a ver qué pasa.

Y mientras vemos qué pasa los locutores vuelven a hablar de otras cosas. Hacen reflexiones de absoluta pobreza técnica, carente de originalidad y salpicadas de algún que otro grueso error. De repente alguien salta del grupo. ¡Coño, si ése es Delgado! Delgado se va, se va. Los demás se han quedado. Los locutores siguen hablando de sus cosas. ¿Será que no es Delgado el que salta?, ¿será que los franceses nos están pasando en diferido imágenes de anteayer? No, de repente los locutores perciben, sólo 43 segundos después que el telespectador desde el salón de su casa, lo que ha ocurrido: "¡Atención, parece que se ha escapado Delgado!". Posiblemente lo han oído en Radio Tour. Y se disponen a contarnos la gesta.

La caza del español

El vibrante ataque del español les exalta el patriotismo. Las motos que pasan por delante de Roche le succionan tras de sí, en una aviesa y tramposa táctica para permitirle la rápida caza del español. Las que adelantan a éste, sin embargo, le estorban, se le cruzan, le arrojan piedras a los radios y humo a la cara. Además, vergonzosamente, Roche recibe apoyos pactados de forma inconfesable de corredores de otros equipos.Nadie nos quiere, todo el mundo desea que gane cualquiera menos un español y están conjurados para impedirlo. Hay que criticar de paso al realizador francés, que se fija mucho en Fignon y en Bernard y en Mottet. Hay que acusarles de chovinistas, cosa que nosotros no somos. Nosotros somos provincianos, que es mucho mejor.

Definitivamente hay, que refugiarse en las radios. Llega información mucho más puntual de cómo van abriéndose o cerrándose las brechas de tiempos entre los corredores. Luis Ocaña nos anticipa que va a ocurrir lo que, efectivamente, ocurre poco después. Los comentarios de los informadores son rápidos, ajustados a lo que ocurre y enriquecedores. Los de televisión sirven para despistarse de las imágenes. Le dejan a uno sin más referencia que el cartelito de Écart, 2.56 y además despistan.

Ahora están entrevistando a Perico. Acaba de perder el maillot tras la contra reloj. Los locutores parecen más contrariados que él mismo. Lanzan en forma de pregunta la insidia de que hay un rumor en el pelotón según el cual Roche ha dado positivo de testosterona. Perico, que no es un patriota de tercera sino un deportista de primera, dice que no ha oído nada y que no le concede importancia. Que cree que es mala suerte para un ciclista dar positivo en un control y que no quiere que eso ocurra nunca. Nosotros volvemos a la radio.