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EL TOUR

La llegada a París, un simple acto protocolario

Luis Gómez

Cuarenta segundos es una diferencia desacostumbrada para la última etapa del Tour, tradicionalmente adscrita a París. Desde 1977 no se llegaba a ella con los dos primeros separados por menos de un minuto y desde 1968 el margen no era inferior a 40 segundos. Pero la última etapa de estas grandes pruebas ha quedado establecida como un protocolo, como un desfile singular de los corredores, esta vez 135, capaces de haber hecho un recorrido, 4.200 kilómetros en esta edición del Tour, de indiscutible dureza. Se disputa, además, en domingo, lo que aumenta su carácter festivo, con miles de franceses saludando a los corredores a su paso por los Campos Elíseos, que se repite en seis ocasiones. Por añadidura, los corredores habrán dormido anoche en Dijon y se habrán desplazado por la mañana hasta París en el rápido TGV. Hay, pues, un traslado de por medio y contribuye a relajar el ambiente.Pensar en un postrer ataque de Delgado es utópico. Primero, porque ha asumido su condición de segundo clasificado. Y segundo, porque el trazado de la etapa, con 40 kilómetros finales de circuito urbano, hace todavía más difícil la rotura del pelotón, ya que los corredores pueden tener, en todo momento, referencias visuales de aquél que intenta una escapada. Prueba de ello es que no se recuerdan intentos de esta trascendencia en etapas urbanas. Ya que el Tour no registra ninguna referencia, bien pudiera valer la de la Vuelta a España de 1984, cuando el francés Caritoux mantuvo su liderato por la Castellana a pesar de que le separaban sólo seis segundos de Alberto Fernández. Por entonces, cualquier especulación sobre alianzas entre españoles quedó en entredicho. No sólo no había alianza posible, sino que no existía siquiera tal posibilidad.

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Para los velocistas

Por otra parte, la etapa de París sólo interesa a algunos velocistas y a sus respectivos equipos, que tienen oportunidad así de recuperar protagonismo a la vista de que anduvieron en la cola del pelotón durante la última semana.

París será hoy una capital festiva dispuesta a homenajear al ciclismo con algunas exhibiciones de máquinas antiguas, desfiles de organizaciones, música, vendedores ambulantes y paz circulatoria. Por París, hoy, sólo circularán los ciclistas. Su alcalde, el primer ministro Jacques Chirac, gran aficionado a este deporte, dará el último ramo de flores a los tres del podio, Roche, Delgado y Bernard. Todo está preparado, incluido el apartamento en los Pirineos que se regala al triunfador.

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