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EL TOUR

Victoria de Van Poppel al 'sprint' en una etapa que no marcó diferencias

Luis Gómez

LUIS GÓMEZ, ENVIADO ESPECIAL, No hubo permiso para una escapada en la etapa de ayer. El Superconflex, holandés, no dio la venia porque el trazado se adaptaba a sus características. Y, claro, obtuvo su quinta victoria en este Tour gracias a su especialista Van Poppel, consumado sprinter, quien obtuvo su segundo triunfo personal. El BH intentó negociar su escapada en la salida, pero no encontró respuesta afirmativa; el Reynolds quiso hacerlo por otra vía, intentando una fuga suicida desde casi el primer kilómetro, y halló contestación clara y rotunda: tres ataques y tres rápidas neutralizaciones. Estaba claro: si no había un corte imprevisto, la etapa acabaría al sprint. Y así acabó.

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"¿Cómo ha pasado usted este día?", le preguntó un sesudo periodista a Stephen Roche. "Bien, he pasado la mañana en bicicleta", contestó el corredor y, efectivamente, todos estuvieron en bicicleta excepto el norteamericano Phinney, que no tomó la salida, y Torito Camargo, joven valor colombiano, dicen que sucesor de Herrera, pero más completo, con mejor dominio de la contra reloj. Camargo abandonó. Y en general lo pasaron bien, a ritmo salvo en dos puntos, cuando Herrera, Roche y Hampsten sorprendieron con un corte hacia el kilómetro 60, a la subida de un puerto de segunda categoría, y al final, cuando el Superconflex puso a volar al pelotón para buscar otro triunfo de etapa. En su estampida dejó a un pelotón de rezagados, con Arroyo, Induráin, Gorospe, Muñoz, Cubino, y sobre todo el colombiano Wilches habitando en él.Lo raro es que no hubiera dejado también a Lejarreta, a quien le da alergia ir en otro sitio que no sea la cola del pelotón. Julián Gorospe, algo cansado ya pero aún con sentido del humor, bromeó siempre sobre la situación de Lejarreta en la cola. "Yo voy a rueda, y detrás de mí sólo Lejarreta", solía decir; pero hay otro corredor que le ha devuelto otro chiste. Es Mateo Hermans, último en la general, especialista fichado por el Caja Rural, quien pasé unos días de calvario al comienzo de la prueba, en las primeras etapas, bajo de forma como estaba a causa de una cercana operación. "Si vas mal, te tiras", le decía Gorospe cuando le veía luchando por no perder la cola. Ahora es al revés, Hermans se ha recuperado y Gorospe anda mal. "Si vas mal, te tiras", le dice el holandés al español estos días. Ayer, el pelotón fue tranquilo porque pronto supieron todos que nadie escaparía. Y no dejaba de ser ilógico por cuanto no hay un solo equipo con quien negociar escapada. "¿A quién le pido permiso?" decía un director español. Y si alguien está capacitado para dominar el terreno es el Superconflex, pero este equipo, sin nadie que le dispute la general, sólo tiene un objetivo: ganar etapas. Y la de ayer era propicia.

Porque algunas escapadas se negocian, con dinero o con favores, pero el Tour, sin un dominador claro, se está convirtiendo en un mercado de alianzas. Parece que el Sisteme U ha conseguido la cooperación del Z-Peugeot francés para reforzar la situación del líder, Mottet, mientras que el PDM tiene la garantía de que el Superconflex le ayudará en las dos últimas etapas si necesita controlar la carrera para Delgado; los colombianos se unirán para ayudar a Herrera si lo necesita, como lo ya hicieran durante la Vuelta a España. Por tanto, y entre tan amplio contubernio, a algunos equipos españoles se les hace cada vez más difícil ganar una etapa. Sólo les queda la montaña, donde la estrategia de equipo cesa en cuanto aumenta el desnivel de la calzada.

Un intento

José Miguel Echávarri se olía todo esto ayer, pero lo intentó por si acaso. Sabía que la escapada de Regis Clere el día anterior había sido consentida, pero porque la meta estaba situada en una cima. Y sabía que el Superconflex quería poner un vencedor en Aviñón, y sabía que no existía un líder a quien pedir permiso. Echávarri aún recuerda cómo, en la primera etapa que ganó Chozas en 1985, lo tuvo muy fácil: pedir permiso al director de Hinault, en conversación de coche a coche. Un triunfo de etapa a cambio del apoyo del Reynols para cuando hiciera falta. Así que, ayer, ante tanta circunstancia desfavorable, optó por lo suicida. Buscar una escapada en los primeros 20 kilómetros que cogiera a gran parte de los integrantes del pelotón haciendo sus necesidades por la cuneta. Mandó a Rubén Gorospe, a Arroyo, a Gómez y a Julián Gorospe, pero nada. Todos fueron cazados.

La etapa transcurrió invariable hasta que Herrera saltó del pelotón en la subida a un puerto de segunda categoría para arrebatarle el jersei de lunares al mexicano Alcalá. Los colombianos parecen sufrir como una afrenta que esa camiseta de líder de la montaña la lleve un corredor de otra nacionalidad. Lo consiguieron en 1985, y en 1986 se les escapó a favor de Hinault porque Herrera estuvo desastroso. Herrera se llevó en ese salto a 10 corredores más, y entre ellos a Roche y a Hampsten, con una diferencia que llegó a alcanzar el límite. Pero era demasiado pronto, faltaba 170 kilómetros como para que Roche se jugara el tipo rompiendo el Tour en unas circunstancias como las de ayer, con más de 100 kilómetros de terreno llano y el pelotón convertido en un aliado contra su causa. Fueron fácilmente neutralizados en el descenso.

Luego, muy al final, los rodadores tiraron del pelotón para preparar el sprint final. A pesar de algunos cortes, donde el BH lograba colocar casi siempre a un corredor, el Superconflex pudo dejar las cosas para que su velocista, Van Poppel, buscara la victoria; tenía un rival claro, el italiano Bontempi, aunque la tercera posición del español Domínguez sea engañosa. Domínguez es todavía claramente inferior y ayer no hizo otra cosa que servir de figurinista al sprint final. Pero Domínguez, eso sí, dio muestras de sentirse recuperado de la infección de una herida. Van Poppel reconoció luego que no supo que había ganado la etapa hasta que le llamaron para que recogiese el ramo de flores que le acreditaba, como vencedor.

Por lo cual, y como decía Roche, la jornada transcurrió completa, y será hoy cuando los corredores se tomen una jornada de descanso. Los líderes, los favoritos, trabajarán un poco y celebrarán conferencias de prensa. Así lo anunciaron ayer sus respectivos jefes de prensa, entre ellos, por supuesto, el de Delgado. De cuatro a cinco de la tarde, como un señor.

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