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La guerra de las embajadas

El 'caso Gordji' deteriora las relaciones París-Teherán

Lluís Bassets

Wahid Gordji es un iraní, de unos 30 años, que habla perfectamente francés. Su padre fue médico de cabecera del imam Ruholá Jomeini durante su exilio en Francia. Hasta principios del pasado junio, Gordji era el traductor oficial de la Embajada iraní en París. En las fotos oficiales de los grandes encuentros entre iraníes y franceses, aparece su rostro despejado, moreno, de estudiante serio y aplicado, sonriendo al lado del primer ministro, Jacques Chirac, o del ministro de Exteriores, Jean-Bernard Raimond.

Desde principios de junio Gordji es el objeto de una orden de búsqueda, firmada por el juez que instruye el caso de la red de terroristas que sembraron París de bombas mortíferas en la primavera y el otoño de 1986. La policía francesa y el juez Gilles Boulouque le creían ya en el extranjero, en Ginebra concretamente. Pero el 29 de junio la policía bloqueó la Embajada, un lujoso chalé en la calle de Iéna, cerca del Sena, para identificar a todas las personas que entraban y salían del edificio. En Teherán, la policía jomeinista tomaba medidas más drásticas y prohibía la entrada y salida de los escasos diplomáticos franceses destacados ante el régimen islámico.Gordji no es un funcionario cualquiera, ni un simple traductor. Los servicios de información franceses le consideran el jefe máximo de la red de espionaje iraní en Europa. En el Ministerio de Asuntos Exteriores se le considera el número dos en la representación iraní en Francia, a pesar de que no goce de inmunidad diplomática, lo cual le hace más vulnerable ante la justicia francesa. Ha participado en todas las conversaciones destinadas a normalizar las relaciones entre ambos países, y ha jugado un papel de informador también respecto al comportamiento de los altos funcionarios de Teherán en sus relaciones con París. Su última traducción se produjo en la conferencia de prensa que el encargado de negocios iraní convocó para hablar del propio Gordji.

Exigencias terroristas

La labor desarrollada por Gordji no parece ofrecer muchas dudas al juez y a la policía. Su amistad con Mohamed Mouhadjer, un integrista musulmán de nacionalidad francesa, presunto jefe de la red que aterrorizó. París el pasado año, permite pensar que ha jugado un papel decisivo en la estrategia jomeinista en Europa.La colocación de las bombas en lugares públicos se la atribuyó el Comité de Solidaridad con los Presos Árabes y, de Oriente Próximo, que exigía la liberación del agente jomeinista libanés Anis Nacache, del dirigente de las Fracciones Arma das Revolucionarias del Líbano Georges Ibrahim Abdalá, y del terrorista armenio Varudyan Garbiya. Esta exigencia coincidía con una de las reivindicaciones iraníes a Francia. "Las peticiones de los musulmanes oprimidos del Líbano" decía en noviembre el presidente del Parlamento, Hachemi Rafsanyani, "deben ser satisfechas".

La orden del juez francés que ha citado como testigo a Gordji, ha supuesto la paralización de la normalización diplomática emprendida por el Gobierno de Chirac respecto a Irán y ha colocado a Francia al borde de la ruptura. Después de dos días de cerco, los funcionarios de la Embajada francesa en Irán pueden entrar y salir, pero nadie más tiene acceso al edificio. El Gobierno iraní ha aflojado la presión y ya no amenaza con movilizaciones populares. En París empieza a intuirse un compromiso: el juez interrogaría a Gordji, que luego sería expulsado por actividades contra la seguridad francesa, sin más explicaciones.Jacques Chirac se propuso, justo cuando llegó al Gobierno, hace 15 meses, la normalización de relaciones con Irán. La detención de los rehenes franceses en el Líbano está directamente vinculada a las relaciones de Irán con el pequeño Satán, título que Jomeini concede a Francia.

El propio Rafsanyani ha dicho, respecto a la eventualidad de una mejora de relaciones: "Irán hará conocer sus puntos de vista a sus amigos libaneses. Estos son libres pero, si nos escuchan, los rehenes serán liberados".

El régimen jomeinista ha hecho notar su influencia: cinco rehenes han sido puestos en libertad en este tiempo, pero cinco más están todavía en mazmorras clandestinas y los amigos de Jomeini en París desarrollaron, en plena negociación, la última campaña de bombas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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