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Dos problemas

La irregularidad de Butragueño, que ha caracterizado los inicios de su carrera, parece haber desaparecido. Ahora se le puede calificar de jugador regular. Regular en dos sentidos: porque juega siempre igual y porque esa manera en que juega no es ni buena ni mala. Juega sólo regulanLo peor de Butragueño no es que meta pocos goles o que no los meta. Lo peor es que va desapareciendo esa expectativa de genialidad, ese murmullo que se producía cada vez que cogía el balón.

Para que Butragueño haya llegado a esto se han unido dos problemas: uno psíquico y otro físico. El primero es su falta de concentración, causada por una vida de agasajos y homenajes de la que no sabe escapar y que le descentra y le impide vivir los partidos como hacen los grandes jugadores desde antes de que empiecen. Ayer hizo falta que Hugo marcara tres goles para que él se metiera a fondo en el partido. El otro es una alarmante pérdida en la velocidad de arrancada, su mejor arma. Butragueño ha perdido su explosiva velocidad de salida, que le permitía despegarse de la defensa en la arrancada. Un tobillo medio averiado puede ser la causa, pero quizá no la única. La velocidad de arrancada se pierde pronto -los velocistas duran menos que los fondistas- y precisa entrenamiento específico.

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