_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La mandíbula

Juan Cruz

Están las vallas floridas. La publicidad entra por los ojos, pero la ahuyentamos si nos apetece. Algo permanece, sin embargo. Queda como un poso de café. Son las borras del mensaje. Aunque los ecologistas piensen lo contrario, es cierto que la proliferación de vallas constituye una bendición en el paisaje urbano. Gracias a ese festival de la imagen el cemento de la esquina no es la única visión que nos depara el capricho del semáforo.Ahora, sin embargo, las vallas son un mareo de nombres propios, de banderitas y de eslóganes. De cuando en cuando, cíclicamente, a la publicidad urbana le salen esos adornos políticos. Los partidos no tienen la fortuna de la tónica, por ejemplo, que puede resolver su persecución de la buena imagen haciendo acopio de cubitos de hielo. Han de recurrir por eso a lo que más se acerca a la realidad entre todo lo que ofrecen: la mandíbula del aspirante. Como el eslogan es el mensaje y más allá del eslogan no hay imagen que valga, difunden el rostro del candidato, adornado con los habituales atributos risueños. La pretensión de ser diversos la plantean de tal manera que todos parecen provenir del mismo partido. Todos los candidatos tienen una geografía similar a sus espaldas. Varía el gesto de la mandíbula, que en el caso de Morán es dubitativa, en el de Rodríguez Sahagún es tensa y en el de Hernández Mancha es inflada, por poner tres casos obvios. Ya se sabe que Suárez es la mandíbula. Una vez que se ha establecido que la sonrisa es el mejor espejo del alma apaisada del político en ejercicio, todos nos ofrecen la bondadosa comisura de forma que se asemeje a lo que debe ser el gesto confiado de un personaje al que le prestaríamos el ordenador.

A la ecología de la valla, ese hallazgo reconfortante que nos alivia de la evidencia del cemento, no le sienta bien esta competencia que los políticos le hacen al menos una vez al año o en peligro de elección. Porque si concluimos que la sonrisa del candidato es falsa, ¿cómo nos vamos a creer que Hacienda somos todos o que toda tú eres un culito?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_