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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Rosebud, Xanadú, Kane...

La frase de siempre: ¿qué se puede decir de Ciudadano Kane que no se haya dicho ya? Se puede decir, por ejemplo, que Ciudadano Kane es el maletín de Mary Poppins: en él cabe todo, todo está en él.No sólo el lenguaje cinematográfico en su punto de cocción pluscuamperfecto, cenit de ángulos que crean perspectivas y generan pensamientos, mosaico de narraciones superpuestas y ritmo febril, expresión suprema de la profundidad de campo, sino, también expresión suprema en el campo de la profundidad. De la profundidad humana que emana de su manantial inagotable de conceptos.

Información

Cada minuto, cada segundo de Ciudadano Kane contiene multitud de informaciones sobre el ser humano que, por otro medio o por otro autor en el mismo medio, necesitarían siglos para materializarse y quizá no alcanzarían la misma intensidad.Un personaje secundario manifiesta todo el sentido de su vida en un cigarro puro, que le es negado continuamente por los centinelas de su salud. Otro recuerda el día, hace muchos años, en que vio fugazmente una mujer hermosa; no volvió jamás a contemplarla, pero desde ese momento lejano no ha pasado siquiera un día sin pensar en ella, lo que, sin duda alguna, es la representación exacta de las frustraciones de todo bicho viviente, los deseos inalcanzables de la humanidad entera. Y por encima de todos los secundarios, Charles Foster Kane. Él lo ha tenido todo y, en realidad, no ha tenido nada. A él se ha postrado el mundo, pero el mundo no le ha procurado satisfacción a él.

Dos palabras resumen su existencia, que es miseria teñida de grandeza. Una, Xanadú, es el decorado, la superficie, el dinero; en realidad, él vacío. La otra, la verdad absoluta que se esconde en cada uno de nosotros y que nadie, salvo los privilegiados espectadores de la mentira, podrá jamás desvelar: Rosebud, el, recuerdo de un momento infantil que nunca se superará, ni tan sólo se igualará. La verdadera felicidad, probablemente.

Lo cierto es que Ciudadano Kane es obra tan compleja, tan llena, tan rica, que cada nueva visión enriquece la anterior. Es producto de una mente prodigiosa que en 1940 entró a saco en la industria de Hollywood para desvalijar sus cajas fuertes y sacar de sus casillas a los pulidos consumidores de melodramas tibios, maestros muchas veces, pero siempre pura negación de la desolada panorámica que todo amor, tarde o temprano, provoca.

Lo curioso del caso es que esta joya histórica del séptimo arte, opera prima como no ha habido otra, ni la habrá, no es la mejor película de su creador, Orson Welles, de quien TVE continúa esta noche la emisión de un ecléctico ciclo coincidiendo con los días en que sus cenizas y su hija arman revuelo por suelo español. El cuarto mandamiento, sin ir más lejos, la supera. La dama de Shanghai, también. Y es que la estilográfica Welles era sobrehumana, él era un dios y al excesivo índice demográfico de agnósticos del celuloide se debe que el todopoderoso fuera crucificado por el pueblo y la industria, condenado a tomar tintos, interpretar subproductos y anunciar espumosos. A él le divertía todo eso, pero a nosotros, devotos, nos gustaba, nos gusta" Ciudadano Kane, cima del arte del siglo XX.

Ciudadano Kane se emite hoy a las 21.45 por TVE2.

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