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El soldado acusado de la muerte de María Gabarrón, encarcelado en la prisión militar de Alcalá

El soldado Francisco Javier Suárez Martínez, presunto autor del disparo que causó la muerte de María Gabarrón cuando paseaba con su familia el 16 de abril, ingresó el jueves en la prisión militar de Alcalá de Henares, según informaron fuentes de la prisión. El soldado, de 20 años, disfrutó de un permiso para visitar a su familia en Gijón al día siguiente de producirse el disparo. Suárez Martínez no comentó el incidente a su familia. Según informó la policía gijonesa, el soldado tiene antecedentes penales por cuatro hurtos y un robo.

"Francisco Javier es un muchacho de carácter introvertido y poco relacionado", comentaban ayer algunos vecinos de la localidad asturiana. El soldado es el mayor de cinco hermanos y vive con sus padres, Yolanda y Julio, ambos empleados en la empresa Tabacalera de la ciudad asturiana, informa desde Oviedo Mario Bango.El padre del joven iba a ser operado el próximo lunes de una dolencia estomacal, por lo que el soldado había solicitado permiso para estar con su familia. Según los abuelos maternos, Francisco Javier no había comentado nada en absoluto, durante la semana de permiso, sobre el accidente ocurrido en Madrid.

El soldado Suárez Martínez ingresó en la prisión militar de Alcalá de Henares el jueves por la tarde. El titular del Juzgado de Instrucción número 26, Jesús Calderón, decretó el mismo día el secreto sumarial y afirmó que no podía precisar cuándo se iba a dictar auto de procesamiento contra el soldado. Suárez reconoció el miércoles que el disparo accidental de su Cetme causó la muerte de María Gabarrón cuando paseaba con su marido y su hija por la avenida de San Luis, a 50 metros del cuartel de Infantería de Marina.

Las investigaciones del caso Gabarrón están cuajadas de contradicciones y lagunas. La policía rastreó los alrededores de la avenida de San Luis, pero la bala no fue hallada hasta seis días después por un vecino.

Especulaciones

El proyectil, del calibre 7,6, era similar al utilizado por los fusiles Cetme. Todas las sospechas se centraron en el cuartel, pero faltaban pruebas: la primera inspección policial determiné que las armas de los soldados que estaban de guardia no fueron utilizadas.Diez días después seguía sin saberse la procedencia del disparo, por lo que el juez ordenó el traslado de nueve Cetme del cuartel para ser inspeccionados por la sección de balística de la policía.

El caso se debatía entre los nulos resultados de la investigación policial y el secretismo por parte del juez y de la Armada.

Y en mitad del revuelo, el presunto autor de la muerte de Gabarrón se encontraba de permiso en Gijón. La confesión del soldado Francisco Suárez Martínez puso fin a casi dos semanas de especulaciones. El dilema está ahora en si el Cetme se disparó accidentalmente cuando el soldado estaba en su garita, tal y como declara él mismo, o si el disparo se efectuó cuando estaba de descanso de guardia en otro lugar, de acuerdo el testimonio de algunos compañeros.

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