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Un padre con algo de miedo

El padre de Alex Crevillé es una persona amable, jovial, simpática. Pero tiene miedo. Al menos, cierto respeto a las motos. Jamás ha pensado prohibirle a su niño, el pequeño de cinco hermanos, que corra, jamás; pero sí reconoce que el día de la carrera se le encoge el corazón. Tanto como para grabar la prueba en vídeo y verla sólo si todo ha ido bien, si Alex no ha sufrido percance alguno en la carrera."Alex es un muchacho muy tranquilo, tan joven...", comenta con cariño el padre de Crevillé. "Las motos las lleva en la sangre de pequeño, pues su hermano José, de 34 años, ya le metió el veneno en el cuerpo".

Cuando le dicen que el pronóstico es que el muchacho puede llegar muy lejos encima de dos ruedas, papá Crevillé se lo toma con la misma calma que su hijo y comenta: "Si ha de ser así, mejor. Pero no hay que tener prisa. Todo se andará". Ésa es la idea del padre. El hijo va rápido, muy rápido. En sólo siete carreras, se ha presentado en un Mundial y ha logrado un segundo puesto.

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El teléfono de los Crévillé sonó ayer más que otras veces. Los miembros de la familia descolgaban el auricular con alegría y el que llamaba podía descubrir felicidad en su voz. Al fin y al cabo, Alex ya había corrido y subido al podio la primera vez que tomaba parte en una prueba del Mundial de motociclismo, y, por tanto, no había motivo para el sobresalto. Al menos, hasta el domingo que viene, cuando tenga que correr en Calafat.

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