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La montaña, clave

Lo normal, ante su abundancia, es que la montaña sea la que decida el vencedor de la Vuelta. Las etapas contra reloj son dos y cortas. Sobre todo, una es muy pronto y la segunda es antes de la última ronda montañosa. La palabra final la tendrán, por tanto, los escaladores, que disponen de mucho terreno para abrir diferencias en la clasificación.Sucede que ahora, en el ciclismo, se ataca poco y las ventajas no resultan, consecuentemente excesivas. Por eso ha habido críticas a las bonificaciones. Porque toda diferencia es poca y se teme a los velocistas que se defienden en la montaña ante el exceso de conservadurismo de los especialistas en subir.

Las bonificaciones que se han establecido son una imitación de las del Tour y éstas, el año pasado, no significaron nada. Sólo sirvieron para alegrar una etapa de transición, antes de que se llegara a los Pirineos y los Alpes, en la que los franceses Bernard Hinault y Laurent Fignon se picaron.

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En el caso de que un corredor gane todas las bonificaciones (ocho segundos al primero, seis al segundo y cuatro al tercero, hasta la undécima etapa, y cuatro, tres y dos, en las siguientes), algo del todo imposible, no habrá sacado más que 10.40 minutos, nada comparado con lo que un escalador puede obtener de renta gracias a los cuatro finales de etapa en lo alto de puertos importantes.

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