Ejército profesional
Tu macizo alegato en EL PAÍS de 28 de marzo en pro del ejército de conscripción, amigo Rafael Sánchez Ferlosio, creo que requiere alguna réplica. Sostienes que un ejército de profesionales (mercenarios, dices tú) es militarmente más eficaz, pero socialmente más dañino, y que, en consecuencia, "un pacifismo y antimilitarismo realmente consciente de las cosas" no debería reivindicar la objeción de, conciencia. Más que la eficacia propiamente militar, lo que parece preocuparte es la defensa de la sociedad contra los temibles y siempre posibles abusos de su propio ejército. La receta que ofreces no es muy nueva: colocar al ciudadano en el ejército, el cual no debe desarrollarse como institución segregada de la sociedad civil.He aquí algunas reflexiones que me sugiere tu argumentación:
Que el ejército de conscripción también es socialmente dañino, lo ejemplifican los suicidios de soldados. Parafraseándote: ¿se han comparado los porcentajes de suicidios durante el servicio militar en los países de ejército profesional y en los de ejército de conscripción? ¿No es propenso al suicidio el mozo reclutado a la fuerza?
Tu afición a los ejemplos de siglos pretéritos no refuerza tus razones. En nuestro siglo, los grandes desmanes militares se han hecho con ejércitos de conscripción obligatoria: golpes de Estado, crímenes de guerra, genocidios, torturas... El soldado raso, por muy civil que sea en cuanto a su extracción, obedece siempre las órdenes más inhumanas de sus superiores.
¿Has pensado en la mili obligatoria como aprendizaje de terroristas? ¿Se ha estudiado estadísticamente cuántos etarras han aprendido los rudimentos de la carrera de las armas en el Ejército español?
Quien decide en el ejército son los generales, jefes y oficiales. Si el mercenariado es tan malo como dices, habría que eliminarlo también de esos peldaños de la escala militar. ¿O es que a estos profesionales no les llamas mercenarios?
Por último, debo decirte que, para los objetores de conciencia, la idea de defenderse de los abusos del ejército utilizando las propias estructuras e instituciones militares huele a rancia, pues la historia ha demostrado ampliamente su inviabilidad. Lo que hemos de hacer los ciudadanos de hoy es irnos acostumbrando a considerar como realizable la utopía de una sociedad sin ejército y la sustitución de la defensa armada por otros medios.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.