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Antonio Medina

Uno de los mejores árbitros de ajedrez del mundo

Leontxo García

Un espeso bigote blanco por debajo de las gafas y unas manos siempre con libros pueden bastar para calificar a un hombre como "intelectual".En el caso de Antonio Medina, la fachada es el espejo de una rica vida interior labrada en 67 años que giran en torno a un tablero de ajedrez. Ha sido, entre otras cosas, siete veces campeón de España y tres de Venezuela. Hoy es uno de los mejores árbitros del mundo.

Admite que el ajedrez ha sido la actividad más importante de su vida, pero "nunca me ha obsesionado". Convivir con él du rante unas horas es suficiente para comprobar que dice la verdad. En un cuidadísimo castellano, este hombre habla con soltura de los antecedentes familiares de la actriz Vanessa Redgrave, de las propiedades del tetratilo de plomo, de la his toria de su Barcelona natal o del último gol de Butragueño. Ir con él al cine es, además de didáctico, muy divertido. Aprove cha las interrupciones publicitarias para sacar su tablero de bolsillo y analizar alguna partida del último campeonato de Cataluña por equipos, en el que ha obtenido el 83% de la puntuación, mientras admira de reojo a la bella señora sentada dos butacas a su izquierda.No está seguro de que su agilidad mental se deba al ajedrez pero reconoce que le ha sido útil en momentos difíciles: "Durante la guerra fui soldado de ambos ejércitos, a pesar de lo cual recibí un trato amable por parte de los oficiales y un importante aval que sin el ajedrez no hubiera logrado". El bombardeo de la fábrica donde trabajaba su padre y la posterior ausencia de in demnizaciones hizo que tuviera que dejar sus estudios de Química a los 21 años y dedicarse al ajedrez profesional.

Pero el mundo del tablero también sufrió las peculiaridades del franquismo. En 1946, tras la retirada de embajadores, la federación soviética anunció su boicó a todo torneo en el que participaran jugadores españoles. Medina, Arturo Pomar y Román Bordell vieron cómo se les retiraban las invitaciones. Además recuerda, "fui muy perjudicado por el fenómeno Arturo Pomar". Él era un niño prodigio y tuvo una repercusión extraordinaria a pesar de mis repetidos triunfos en los campeonatos de España. No obstante, quiere dejar muy claroque sus relaciones con él "han sido siempre excelentes". En estas circunstancias, Medina pasó un día por Venezuela y decidió quedarse 10 años hasta que, en 1962, se convirtió en el primer europeo que ganó el Open de EE UU. Para entonces, Medina ya tenía la fama de don Juan que recogen sus biógrafos. Él no está muy de acuerdo y se muestra reticente a contar las circunstancias que rodearon su victoria, en 1945, sobre el franco-ruso Alexander Alekhine, entonces campeón del mundo: "Es el típico asuntillo de cuando uno es joven. Yo contaba con que el campeón del mundo me iba a ganar con facilidad. Decidí que la noche anterior era la más adecuada para echar una cana al aire con una bella moza que conocí por allí. Llegué a mi habitación a las siete de la mañana, pero la sesión de relajamiento fue tan satisfactoria que jugué muy bien y gané".

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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