La simpatía fácil

Hal Needham, al parecer, fue un espléndido stuntman, uno de esos especialistas en tirarse desde helicópteros sobre charcos de poco líquido, destrozar coches mediante el malabarismo, recibir un puñetazo furtivo o doblar al guapo de la película. Uno de esos buenos actores sin maquillaje posible. La suerte, o la astucia, o ambas cosas a la vez, hicieron de él un realizador de cine si no memorable sí taquillero y de lozana filmografía: Los caraduras, Los locos de Cannonball, Hooper el increíble y la más divertida, Cactus Jack, un western paródico.A correr el camino se dedi can los protagonistas de Lo caraduras, dos contrabandistas con camión que han de ganar una apuesta de tiempo y mercancía. Una espontánea con traje de novia y muy alocada se les unirá en la aventura. Y un sheriff gordo y cascarrabias les pisará los talones implacablemente.Los caraduras pretende ser una comedia de acción simpática y distraída, con personajes de un solo trazo y siempre rauda sonrisa. Pretende también anular valores sociales y morales, haciendo simpático al ladrón pero sin sustraer al policía el corazón, sólo imprimiéndole un pequeño barniz de la Keystone. Vamos, que todos son más buenos que el pan. El resultado es técnicamente irreprochable, por algo Needham viene de donde viene y hace un filme acrobático. Alguien lo encontrará irrelevante y desvaído, al servicio de la naturaleza fisica de sus actores: dinámico y astuto Burt Reynolds, jovial Sally Field, y muy comediante, muy caricato, Jackie Gleason. Es el triunfo de la diversión fácil, arte hueco que en ningún momento merece el desprecio.