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Jofresa salvó al Joventut de la prórroga

La suerte no sonrió ayer al Cajacanarias, que en los últimos partidos había vencido en su cancha por la mínima. El conjunto local, con un cuadro mermado de fuerzas por enfermedad de algunos de sus principales jugadores, plantó cara a la Penya, a la que estuvo a punto de derrotar a base de coraje y pundonor. Los árbitros empañaron la cordialidad de un público entregado con su equipo, cuyo respeto al contrario fue celebrado hasta por el propio preparador del conjunto catalán, Alfredo Julbé.Hernández Rizo arriesgó cuando restaban 22 segundos para el pitido final y encargó a Harper que lanzara dos tiros libres en lugar de sacar de banda. El electrónico separaba sólo dos puntos al equipo local del Joventut. La táctica falló esta vez. Aunque Harper empató el encuentro, Jofresa, con el tiempo agotado, se la jugó y acertó. No quedaba tiempo. Paco Solé, del Cajacanarias, sólo pudo enviar la pelota a ciegas sobre el aro catalán, sin posibilidad de acierto.

Cuando mediada la segunda parte Julbé optó por sacar de la cancha a Margall, con cuatro personales, el Cajacanarias se fue arriba de un Joventut más asequible a sus posibilidades y logró así igualar el marcador. Sin embargo, ni la brillante actuación del base canarista Diez, ni la buena capacidad encestadora de los dos norteamericanos de casa, Philips (34) y Harper (22), fue suficiente para doblegar, al final, a un Joventut que si no tuvo una excelente tarde sí demostró ser uno de los aspirantes al título.

Por el lado del Joventut, la regularidad en los encestes en el aro canarista de Jofresa, Margall y Johnson, con 19 puntos los tres y Schultz con 27 significó una baza importante que le aseguró el triunfo al conjunto de Julbé. El contragolpe del Joventut funcionó a rachas porque el Cajacanarias puso ardor en la defensa. El Cajacanarias rozó lo imposible, como la jornada anterior, en la cancha del CAI Zaragoza, pero hubo de contentarse ayer con rozar únicamente la posibilidad de coronarse como el equipo sorpresa de la temporada. Enfrente tenía a un quinteto sobrio y seguro que fue capaz de no dejarse superar por el ambiente para terminar controlando un partido jugado a cara de perro.

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