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Reportaje:1987, año de cambios políticos / 2

Dos concepciones para lanzar la 'operación UCD'

Suárez y Alzaga compiten por el espacio de centro, convencidos de que ahí está la alternativa al PSOE

Al menos tres formaciones estatales y numerosos partidos de carácter nacionalista se disputan el espacio ideológico de centro cuando faltan poco más de cinco meses para la celebración, el 7 de junio, de las elecciones municipales y autonómicas, y probablemente de las europeas. El Centro Democrático y Social (CDS), de Adolfo Suárez, y el Partido Demócrata Popular (PDP), de Óscar Alzaga, parecen los mejor colocados de salida, aunque los sondeos conceden posibilidades optimistas sólo al primero. Los centristas serán, según reconocen unánimemente dirigentes de los partidos implicados, los más afectados por el terremoto que supondrán las elecciones de junio.

El CDS celebrará en febrero su congreso regional en Castilla y León, la comunidad autónoma donde los suaristas confían en, alcanzar los mejores resultados en junio. Algunos sondeos les sitúan por delante de los socialistas en la carrera por la presidencia de la Junta castellano-leonesa. También el PDP de Alzaga, que acaba de concluir la celebración de su tercer congreso nacional, ha colocado sus mayores expectativas en dicha comunidad, gracias, en su mayor parte, a la popularidad con que cuenta en la zona el candidato democristiano, Rodolfo Martín Villa.Manteniendo una política de hermetismo y una cohesión férrea en su partido, Suárez escucha propuestas de pactos pre o poselectorales, consciente de que puede convertirse a corto plazo en el principal partido tras el PSOE, aunque a enorme distancia de los socialistas, según comienzan a mostrar algunas encuestas privadas. Sin embargo, la política del CDS pasa tradicionalmente por no admitir pactos con nadie, "ni antes ni después de las elecciones". Así se lo comentó Suárez a Alzaga durante el viaje que ambos, acompañados por el socialista Leopoldo Torres, realizaron hace varias semanas a Chile.

Mientras el CDS se juzga el sucesor natural de UCD, de acuerdo con la opinión de uno de sus más destacados parlamentarios, el PDP, por el contrario, cree que cualquier operación de resurrección del desaparecido partido centrista pasa por el acuerdo de las formaciones que hoy se reclaman de centro. Sólo así, piensan los democristianos, sería posible batir a los socialistas en algunas comunidades y en varios municipios, entre ellos, posiblemente, Madrid.

Otro de los problemas de los democristianos reside en el hecho de que un sector significativo, aunque minoritario, del partido, en el que se incluyen los futuros candidatos en las dos Castillas (Martín Villa y Javier Rupérez), aún piensa en un posible pacto con Alianza Popular.

Situado a gran distancia detrás de los dos citados, el Partido Liberal, de José Antonio Segurado, se verá forzado, con su salida de hecho -aunque aún no formal- de la Coalición Popular, a buscar pactos a derecha e izquierda para afrontar las elecciones de junio: en Cataluña, los liberales apoyarán a Convergéncia Democrática; en Baleares, a AP; y en Castilla y León tratarán de forzar un pacto con el PDP, según medios próximos a Segurado, quien probablemente también tratará de concurrir con AP en Madrid apoyando la candidatura de José María Álvarez del Manzano.

Cualquiera menos AP

Dentro de la constelación de partidos centristas debe incluirse también a los recién nacidos grupúsculos Renovación Democrática (RD), de Jorge Verstrynge, y el Partido Demócrata (PD), animado por Gabriel Camuñas y Carlos Ruiz Soto. Ninguno de los dos concurrirá a las elecciones de junio, pero ambos han anunciado que se "darán a conocer" mediante actos de presentación, mítines en provincias, etcétera. PD y RD tienen en común con los restantes grupos centristas el hecho de que, en palabras de Verstrynge, pactarían "con cualquiera antes que con AP".

Tanto Suárez como Alzaga, Segurado o Verstrynge, para no hablar ya de las tesis reformistas de Miquel Roca (cuyo partido, el PRD, ahora sin él, también quiere estar presente en las elecciones de junio) se muestran convencidos de que la recomposición del mapa político español volverá a ser como la de 1977-1979 (socialismo y centro fuertes, con una pequeña formación de derecha), y nunca más como la que apareció en 1982, con el ascenso de la derecha.

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