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BALONCESTO / GRUPO IMPAR

El Estudiantes realizó su 'acto heróico' anual

Luis Gómez

Jugar en una cancha minada, en un barrizal, en una pista de hielo o en un terreno plagado de cráteres son circunstancias que para nada alteran la predisposición del Estudiantes para ganar un partido. Es más, incluso podría pensarse que Russell aprovecharía cualquier onda expansiva para elevarse mejor hacia el aro. Pero, claro, el Madrid no, el Madrid exige circunstancias ortodoxas. Ayer ocurrió no sólo que el Estudiantes cumplió con su idiosincrasia, sino también que los colegiados minaron el terreno. Y fue que, en un partido en el que resultó dificil jugar 20 segundos sin que pasara algo anómalo -61 personales se pitaron, más del doble de lo habitual-, el Estudiantes encontró terreno abonado para su acto heroico.Intencion adam ente, los colegiados quisieron hurtar el espectáculo de un Madrid-Estudiantes, domeñar la rivalidad que le embarga. Como símbolo, ejercieron de picadores ante el duelo Russell-Spriggs, que empezó con dos personales para cada uno en poco más de un par de minutos. Y así hasta el final, en un ritmo frenético qué condicionó el partido. No había lugar a la ortodoxia y eso lo pagó caro el Madrid. Pero fracasaron los árbitros porque, a pesar de su mediocridad, hubo pasión y espectáculo.

Derrotó el Estudiantes al Madrid desde el primer minuto lo que supone una variación sobre anteriores triunfos. Lo hizo con sus armas habituales, fiereza, agresividad y una fe sin límites, la que necesitó para soportar la presión del rival cuando las llaves del equipo -Russell y Gil- estaban fuera dé juego. Y el partido empezó con Coll y terminó con Coll, héroe de la noche. Primero, porque marcó a Biriukov como conductor de juego; luego, cuando Sainz tuvo que sentarlo, se encargó de Corbalán, al que sujetaba hasta en las acciones de calentamiento. Su presión desenfrenada tuvo éxito más que nada porque inquietó a algunos jugadores madridistas. Claro está, si el Madrid se quita la corbata y baja a la pelea, es señal de que el Estudiantes algo consigue. Fue por ello que el Madrid entró en un mal porcentaje de lanzamientos, sin prestar atención a Romay y dejando que el rival adquiriese ventaja.

El Estudiantes dominó la primera mitad por hasta 15 tantos, pero los dos equipos llegaron mermados al descanso (39-48), con 31 personales que repartirse. Así que, en la reanudación, todo parecíó sentenciado en cuanto que el Madrid anunció zona 2-3 -el terror del Estudiantes- y Gil Y- Russell estaban a un paso del banquillo. Coll rompió la zona, Gil aprovechó un triple y el Estudiantes llegó a su máxima ventaja (41-59). Pinone aconsejó al técnico Garrido colocarse también en zona, pero Gil y Russell terminaron sentándose.

Pero ocurrieron muchas cosas en el terreno minado del pabellón. Corbalán puso a jugar a Spriggs como única alternativa ofensiva -juego cerca de la zona en uno contra uno- y dejó las cosas en 61-64, mientras Romay comenzaba a dominar el rebote. Todo estaba resuelto si no fuera porque Coll hizo un acto de fe y actuó como si fuera posible el triunfo; multiplicándose, permitió que su equipo lograse un pequeño respiro y que el, Madrid volviese al juego callejero, a pesar de las continuas advertencias de Corbalán a sus compañeros. Gota a gota, el Estudiantes conservó su ventaja hasta que, a falta de dos minutos, decidió congelar la pelota en plena ley de la calle.

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